Zloto
Por Mario Bellocchio
En la noche del martes 15 de octubre falleció Marcelo Zlotogwiazda
Desde aquella inmemorizable grafía de su apellido Marcelo pasó a ser “Zloto”, una dosis homeopática de su nombre completo, Marcelo Zlotogwiazda, y una forma afectuosa de nombrar al periodista cuya abrupta partida lamentamos desde ayer 15 de octubre de 2019.
A mediados de julio de este año el juez Ramos Padilla citó a indagatoria al periodista de Clarín Daniel Santoro, actitud por la cual unos 400 colegas pertenecientes o cercanos al grupo multimediático publicaron una difundida solicitada. “Los periodistas y docentes de periodismo” –como se autotitulaban– “que suscribimos este pronunciamiento, expresamos nuestra preocupación por la indagatoria del colega Daniel Santoro” (…) “al entender que encierra el intento deliberado de criminalizar la labor de informar a la sociedad sobre temas de interés público”. Reclamaban que “se respete el secreto profesional y la reserva de las fuentes, así como la privacidad del contenido de los datos, documentos e informaciones obtenidas para el desarrollo del trabajo periodístico”.
Esa publicación fue el tema editorial de Zloto en su programa diario “El horno está para bollos” (Radio Con Vos, lunes a viernes a las 14) en el que, según sus propias palabras quería “justificar por qué yo y muchísimos otros periodistas que no fuimos ni siquiera invitados a firmar esta solicitada, no lo hubiéramos hecho”. De entrada quiso dejar en claro que no trataba de aludir a “la cuestión específica de la causa” por desconocimiento de su parte, “ni contradecir ni darle la razón a Santoro y sus argumentos” sobre la defensa del secreto profesional y la privacidad de sus llamadas telefónicas.
Quería específicamente aludir a la solicitada firmada por “muy conocidos periodistas, digamos que la inmensa mayoría de ellos del Grupo Clarín” a la que calificó de “corporativa”. Cayeron igualmente en esa volteada los apoyos al columnista “damnificado”, de Adepa y el grupo de empresarios “Nuestra voz”.
“Porque aún cuando Santoro tenga razón y lo ampare el secreto profesional para impedir que se utilice el listado de sus llamados, lo que están haciendo es querer que no se lo investigue a él. Y Santoro, con los indicios que tiene Ramos Padilla –que tampoco los voy a juzgar porque no conozco en detalle la causa– es un sujeto igual que un barrendero, igual que un empresario, que un colectivero, igual que cualquier otro para ser indagado si el juez considera que tiene motivos para ello”. Para Zloto era evidente lo que pretendían: “no queremos que se lo investigue“, algo así como “una hilacha de cola de paja”.
Como si fuese necesario puso a salvo el juicio crítico a su colega que –relataba– “tiene en su haber una extensísima trayectoria con tareas encomiables, la más importante es la triangulación de armas entre Ecuador y Perú. Se llevó a Menem a la cárcel. Y debe haber hecho un montón de otras investigaciones muy valiosas”.
“No lo estoy juzgando a él como periodista. Lo único que estoy diciendo es que no me parece correcta la defensa corporativa con nadie. Somos periodistas que tenemos un cachitito chiquito de ventajas de prerrogativas. Como la que dice Santoro, que me cuesta creer que un juez no pueda utilizar con reserva un registro de llamados para esclarecer un caso. Esto sí lo digo en borrador, pero estamos hablando de un caso de extorsión, de pedido de coima”.
Y, poniendo a salvo la eventual utilización indebida de la información del celular de Santoro. “Claro que el juez no puede utilizar a partir de eso lo que no es funcional a la investigación. Si surge que estaba en complicidad con Marcelo D’Alessio para presionar y extorsionar empresarios, que lo use. Ahora que no difunda las llamadas que hacía con un ministro, llamados que no tienen nada que ver con la causa, cosas que los jueces suelen hacer. Y tenemos en Comodoro Py varios ejemplos”.
Cuando cerró su editorial, llegué a la conclusión de que acababa de escuchar una clase magistral de periodismo en momentos en que se reclama objetividad a los sujetos y se hace alarde de libertad cuando cunde el monopolio de la opinión y el “lamebotismo” oficial.
Como corresponde a un buen informador no siempre coincidí con su criterio aunque, de todos modos, escuché y respeté su opinión que tuvo la gran virtud de incentivarme la opción de la discrepancia despojada de dogmatismos.
Chau Zloto. Se vienen tiempos en los que habría sido necesario escuchar tus análisis más de una vez.