Una infancia de radio
Mario Bellocchio. “Sí, amigos, esta es la casa de Los Pérez García”, respondía al teléfono Martín Zabalúa. El mundo de la radiofonía, con una actriz que encabezaba todos los repartos: la imaginación.
La radio tenía en casi todas las casas el lugar que hoy ocupa la pantalla de leds y algunos resistentes televisores de los hogares más humildes en los que la televisión abierta ha ido perdiendo protagonismo desplazada por el cable y su provisión de noticias, espectáculo o ficción.
Recuerdo la sagrada unción con que cumplíamos nuestro papel de oyentes todos los miembros de la familia. Mamá y las tías junto a la abuela, adictas a la continuidad romántica de las radionovelas. Eduardo Rudy –una voz conocida como relator del noticiero de cine Sucesos Argentinos allá por los años 50’s– era su galán de cabecera.
La abuela se encargó de hacérmelo conocer –en una de esas giras que hacían los elencos por los cine-teatros de los barrios– en el Asamblea de Parque Chacabuco cuando hacía pareja con Celia Juárez en la novela de la tarde de Radio El Mundo. Años más tarde reíamos con Eduardo, trabajando juntos en Canal 11, cuando evocábamos aquellas “tournées” vecinales.
La serie radial llegó a tener tal popularidad en la década de 1950 que las cartas de sus oyentes lograron el cambio de horario –de 17.30 pasó a 18– porque se aducía, como realmente sucedía, que muchos chicos del turno tarde no llegaban a tiempo para escucharla.
De adulto uno se entera de detalles de aquellas “aventuras” radiales que llegaron a protagonizar una parte importante de mi mundo infanto-juvenil, un mundo en el que el sonido de fondo era el complemento indispensable de la escena, el “ruidito” justo para dar libre vuelo a la imaginación donde el paso de Tantor –el elefante de Tarzán que no figuraba en el libro original– que cautivaba los oídos infantiles, se hacía con dos sopapas en fuentones grandes llenos de papel de diario y las pisadas en la arena se lograban con dos medios cocos en una caja llena de sal. Lo paradójico es que para despertar la imaginación infantil se requería esa imaginación adulta y que esos adultos fueran, en “Tarzán…”, Martín Clutet –luego destacado director de televisión– y Ernesto Catalán, sonorizador de efectos especiales de miles de programas de radio y otros tantos de televisión.
El libretista y adaptador Jorge Rey se encargaba del guión, basado en el original de Edgar Rice Burroughs y sus principales intérpretes eran César Llanos como Tarzán; Mabel Landó, Juana y Oscar Rovito –incorporado dos años después del comienzo en 1952– como Tarzanito.
“El famoso grito de Tarzán fue grabado por un tenor. Los actores colaboraban haciendo voces en segundo, tercer plano, directamente contra las paredes y las voces y los gritos de los indios mientras Tarzán y Wali (en primer plano) discutían con los jefes de las tribus”, evoca Alicia Petti, “En el dial, en el recuerdo”.
“Yo resulté elegido (tenía 12 años) –apunta Rovito– a través de un concurso organizado por la revista Billiken, cuyo slogan era: “Buscando al Tarzanito argentino”. Jamás imaginó que puertas abriría esa elección.
Luego venía el fragmento horario de 8 menos cuarto a ocho, el menos recordado por mi frágil memoria. Aunque creo que la volubilidad del horario –hogar de variados inquilinos– tiene más que ver con el olvido. Por ahí anduvo, recuerdo, una doctora, impensada progenitora de Ben Casey y Kildare, llamada “Jessica Peña, doctora y mujer” de la que, como programa de radio de aquel tiempo, no he podido encontrar más rastros de los que guardo en mi sesera.
Un breve, aunque notable pasaje, del Tigre de Mompracem, la exitosa novela de Emilio Salgari, Sandokán, antes de que la colección Robín Hood los hiciera materia impresa. Y un borroso recuerdo de un investigador policial tipo Columbo. Eso es todo de ese cuarto de hora.
El programa que perduró 22 años en el aire –1946/1968– comenzó con un protagonismo casi absoluto de Alfredo de Ángelis con sus cantores Carlos Dante y Julio Martel de quienes escuché a mis tempranos 6 años su dúo de “La Pastora” de José Rótulo, que memoricé de inmediato y me pasé semanas cantándolo –tenía podrida a media familia con mi insistencia–. Oscar Larroca, Julio y Lalo Martel, vendrían después y, con el tiempo, Héctor Varela, entre otros, reemplazarían a De Ángelis.
En Radio El Mundo las ocho y media de la noche era la señal de partida de lo que hoy en la tele se denomina “prime time”. Ahí se desplegaban Luis Sandrini con su “Felipe”, Pepe Iglesias “El Zorro”, “Los cinco grandes del buen humor“, “Pepe Arias“, Fidel Pintos con su “Mesié Canesú”…, y siguen las firmas, programas de media hora que luego se estiraron a una, alguno de ellos…
Y llegaba la hora del telón radiofónico, había que levantarse temprano.
A las tías, a mamá, a la abuela les rondaba la expectativa de la concreción de algún romance radiofónico. A los chicos, conocer si Tarzán se amigaba con los Tarmangani o si Darnot o Filander regresaban de su misión. El mundo de la radiofonía, con una actriz que encabezaba todos los repartos: la imaginación.
EPÍLOGO
Hoy, 27 de agosto, la radio cumple 100 años y sus ficciones –los radioteatros– casi otros tantos. Este relato es personal y se nutre, casi enteramente, de los recuerdos infanto-juveniles del autor, excepto las citas correspondientes. No pretende ser otra cosa que nostálgicas añoranzas de una época en que sus adultos mayores aún no eran un puñado de recuerdos de orejas familiares reunidas junto al “combinado” con su “ojo mágico” para optimizar la sintonía.
1920. Los entonces estudiantes de medicina, Enrique Susini, Luis Romero Carranza, César José Guerrico y Miguel Mujica, fueron los artífices de la primera transmisión masiva. La misma consistió en la puesta al aire de Parsifal de Richard Wagner, desde el Teatro Coliseo de Buenos Aires, el 27 de agosto de 1920. Debido a que el desarrollo técnico se realizó con un equipo transmisor en el techo del edificio, fueron bautizados como Los locos de la azotea.
De aquellas experiencias surgió Radio Argentina (también llamada Sociedad Argentina de Broadcasting, Broadcasting de Crítica y Radio Prieto-Argentina), la primera estación de radio de emisiones regulares en Argentina y la primera de habla hispana en el mundo. (M. B.)