Siamo fuori
El campeón se quedó afuera: parece que el Papa Francisco estaba distraído esta vez y el milagro no se produjo. Sao Paulo ganó y eso dejó afuera a San Lorenzo que, desalentado, jugó el peor partido de la Copa y fue sometido sobre el cierre por el modesto Danubio.
Es cierto que el panorama era bastante complejo antes del partido. Iba a ser difícil repetir una hazaña similar a la del año pasado, cuando entró en los octavos de final en el último minuto de la etapa de grupos. Ya sabía San Lorenzo que, en esta ocasión, tenía que hacer muchos goles -algo poco habitual para el Ciclón, que apenas marcó 3 goles en sus seis partidos en la Copa-, y además, no dependía de sí mismo, ya que dependía deCorinthians para que el Timao le arrebatara por lo menos un punto a San Pablo. Pero nada salió bien, y el 0-1 ante Danubio marcó el adiós.
Ante la necesidad, San Lorenzo fue más paciente de lo esperado. La gente llegó al Nuevo Gasómetro con una pizca de ansiedad, pero también con un dejo de resignación, con la certeza de que buena parte de la clasificación no se definía en el Bajo Flores. Muchos acudieron con sus radios para palpitar el otro partido; la temprana expulsión de Emerson y el primer gol de San Pablo aplacaron pronto los ánimos.
Por su lado, San Lorenzo dejó en claro cuánto le costó todo en esta Copa. Porque, ante el equipo más humilde del grupo, que había perdido los cinco partidos previos, tuvo dificultades para encontrar espacios; no tuvo profundidad, y más allá de un par de ocasiones, le faltó la individualidad diferente para encontrar el camino. Lo intentó Romagnoli, pero esta vez le faltó compañía en esa misión. Acaso Buffarini fue el que mejor entendió lo que estaba en juego; se lució con un par de cierres al filo cuando Danubio inquietó de contraataque, y también colaboró con sus desbordes; aun con poco claridad, pero sumó dinámica y corazón. El equipo uruguayo desnudó sus limitaciones, pero también fue prolijo en su planteo. Dentro de su modestia, el equipo de Leo Ramos trató de inquietar por arriba, o con pelotazos.
En una de las pocas ocasiones que se encontraron los dos delanteros, Cauteruccio habilitó aMatos, pero su remate bajo fue contenido por el arquero; en el final del primer tiempo, Cauteruccio tocó por encima de Torgnacioli, pero De los Santos salvó en la línea.
Las cartas estaban echadas. Desde Brasil no llegaban más novedades, y el triunfo de San Pablo decretaba la eliminación del defensor del título. San Lorenzo buscó, insistió, pero también sobrevoló la impresión de que nunca se sintió cerca de la clasificación. Dentro de un contexto bastante apagado, le faltó fútbol, y esa carencia de produndidad que mostró a lo largo de su trayecto en la Libertadores se convirtió en un lastre que dificultó su progreso. La gente aportó aliento, y cuando ya estaba todo definido, cantó a modo de reconocimiento por el esfuerzo y por la Copa alzada el año pasado. Viana, con un cabezazo, le dio el triunfo a un Danubio que había perdido los cinco partidos previos. Y una derrota decoró la noche en la que San Lorenzo se despidió del trofeo que tanto atesoró.