Ratas escolares
Los alumnos ya no se hacen la rata, la padecen. Mario Bellocchio
Ahora bien: cuando esos padres deben salir a cubrir –a través de las Cooperadoras– las falencias alimentarias que los proveedores amigos les brindan a manos llenas al alumnado que lo único que recibe abundantemente de estos concesionarios es la carencia, la insustancialidad alimentaria o la contaminación, ahí nadie acusa a los padres de nada por la sencilla razón de que lo único que cabría es el agradecimiento.
Según diversos confiables medios periodísticos, hace rato ya que en las escuelas públicas porteñas se denuncia la presencia de roedores* aunque más no sea con cierta “adaptación” a las presiones de los mandos naturales vinculada a morigerar los calificativos. Lo inmediato comprobable es que ha aparecido en Boedo una escuela primaria de turno completo –y la consecuente imprescindibilidad de las viandas– donde se ha desatado un incontenible festival de la rata. Hablamos de la Escuela Nº 26, República de Colombia, sita en Garay 3971, entre Quintino y Castro.
“Estimadas familias: siendo las 11:00 am les solicitamos vengan a retirar a sus hijos/as antes del almuerzo debido a la presencia de roedores en el establecimiento. Se suspende el servicio de comedor”.
El viernes pasado –21 de octubre– por cuarta vez en este año, los padres del alumnado del establecimiento recibieron el alarmante aviso y tuvieron que arreglárselas a como diera lugar para retirar a los chicos.
Ya van –durante este año– seis jornadas de clases perdidas por percances similares dado que los roedores parecen tomar un vermucito con los sebos colocados por una empresa tercerizada por el Gobierno de la Ciudad en su vano ¿intento? de exterminio rateril.
Como en muchas otras cosas que suceden en la Ciudad, la vara utilizada para juzgar procedimientos no parece ser la misma. Las causas de estas seis jornadas de ausencias de estudiantes –que, justo es aclarar nada tienen que ver con “hacerse la rata”, sino padecerla– no son evidentemente abarcadas por el mismo calibre que las jornadas de protesta que pasan a ser materia de oprobio de padres y alumnos como si reclamar justicia educativa fuera comparable a perder días de clase porque las ratas participan de las horas de clase y hasta de los recreos a vista y paciencia de las autoridades ministeriales que se contentan con los ineficaces sebos tercerizados.
Comentarios de madre de alumno de la escuela plagada difundidos por “Tiempo Argentino”: “No puede ser que no puedan resolver este problema y que desraticen la escuela como corresponde, para mí que es adrede, es desidia como parte de un proceso de vaciamiento en la educación pública. Si no, no se entiende”.
Y remata con un dejo de resignación: “Todo muy lindo la Noche de los Museos y esas cosas, pero las escuelas se nos caen a pedazos. Cuando hablás con los equipos de conducción te dicen ‘y bueno, es el gobierno de la Ciudad, qué querés que haga’, la desidia está naturalizada”.
Mientras tanto las declaraciones de este personaje que detenta el cargo de ministra de Educación bordean la mala fe: “Hay mecanismos pedagógicos, obviamente son menores de edad, y cada día que perdieron tienen que recuperarlo, pierden días de procesos de intensificación que es cuando pueden levantar materias que tienen previas o concursos, ferias de ciencias y salidas pedagógicas”. Y señala esa circunstancia sobre las presuntas jornadas perdidas cuando no les deja otro recurso a los estudiantes que padecen sin respuesta de las autoridades ministeriales, viandas indigeribles, ratas y deterioro edilicio por falta de mantenimiento.
Y, en la secundaria, jornadas laborales obligatorias, ofertadas como “prácticas que ayudarán a los estudiantes a lograr una salida laboral”, cuando en realidad son humillantes jornadas de explotación que someten a un quasi perito mercantil –por ejemplo– a la humillación de ejercer labores de limpieza en un establecimiento hotelero en forma gratuita, sin presencia docente ni otro tipo de cobertura que la que puede brindar un trabajo esclavo.
Claro que cuando el alumnado se harta y se moviliza la ministra pone el grito en el cielo. Acuña pensará, seguramente, que de las jornadas perdidas por rescate de los chicos ante el desfile ratonil, mejor ni hablar.
(*) Establecimientos porteños de educación pública que, en menos de seis semanas, comunicaron la presencia de ratas: La escuela Nº 26 D.E. 6 “República de Colombia”, del barrio de Boedo; la Primaria N° 01 “Delfín Gallo” y el Jardín de Infantes N° 03 D.E. 16 “Mafalda”, ambas del barrio de Devoto y la escuela N° 2 D.E. 21, “Eduardo Luis Vicente”, de Lugano; fueron las primeras en denunciar pública y oficialmente la aparición de roedores. A la lista se sumaron la N° 6 D.E. 10 “Manuel Dorrego”, del barrio de Saavedra; la Escuela N° 16 D.E. 8 “Dr. José María Ramos Mejía” de Almagro; la Escuela Primaria N° 12 D.E. 19, de Bajo Flores; la Escuela N° 4 D.E. 16 “Álvarez Thomas”, del barrio de Agronomía; la Escuela Primaria N.º 17 “Blas Parera” de Palermo; y el Jardín de Infantes Integral N.º 4 D.E. 9. (El listado corresponde a lo informado por el periódico “Tiempo Argentino” el martes 25 de octubre de 2022).
Foto de portada: La Izquierda Diario