Por la vuelta del radioteatro
Oscar Rovito. Por la vuelta del radioteatro en el centenario de la radio en la Argentina (Una política socio-cultural de Estado)
El próximo 27 de agosto se cumplirán 100 años de la primera transmisión radial realizada por los pioneros del medio en el país y en el mundo: Enrique Susini, Miguel Mujica, César Guerrico y Luis Romero, a quienes bautizaron como “los locos de la azotea” en razón de que realizaron aquella primera, maravillosa experiencia en las alturas del ‘paraíso’ del entonces teatro Coliseo. Hay muchos testimonios y relatos, producto de protagonistas y de exhaustivas investigaciones que, entre otros, pueden encontrarse reunidos en el trabajo de Carlos Ulanovsky “Días de Radio” (1995); tal minuciosidad sobre el hecho y su historia posterior, hasta nuestros días, no está entre los propósitos de estas líneas…
Sí lo está, como se anticipa en el título, insistir –como se lo ha hecho tantas veces, con parciales y relativos resultados– en recuperar uno de los géneros fundantes de la epopeya radial, el ‘radioteatro’, que se mantuvo –con épocas de esplendor– durante muchos años, hasta que la ‘magia’ de la TV naciente en la Argentina allá por los 50’s comenzó a desplazarlo con otro género –no menos popular y exitoso– como el de las ‘telenovelas’…
Pero ’insistir’ hoy con esa vuelta al radioteatro, tiene motivaciones más trascendentes que una mera ampliación de medios de expresión artística y/o reminiscencias nostálgicas. Esta vez, la vuelta del radioteatro, por una parte cobraría la importancia de festejo central en el marco del centenario de la radio en la argentina, de la que sigue siendo, sin duda, uno de sus hechos más emblemáticos. Esta vez –y de allí la mención en el título de ‘una política socio-cultural de Estado’– se enmarcaría en las circunstancias excepcionales que hoy se viven en el país y en el mundo dada la pandemia que está haciendo estragos, no sólo en la salud y la vida de las personas, sino también –como consecuencia natural de las políticas preventivas de aislamiento que se promueven– en el trabajo para la subsistencia en particular y en la economía de los pueblos en general…, y ¡cómo nó! en la salud espiritual de la persona humana.
Los artistas, particularmente los del espectáculo público, y aún más específicamente los ‘teatristas’, y aún más puntualmente actrices y actores, conforman un numerosísimo sector de trabajadores no formalizados, cuentapropistas, monotributistas, etc. que, casi con seguridad, serán de las/los últimos en recuperar la posibilidad de ganarse el sustento con su actividad (profesional o ‘amateur’) cuando comience de manera efectiva la salida de ‘la peste’ y la entrada a las ‘nuevas normalidades’ de la producción y del trabajo.
La radio, y en ella el radioteatro, es tal vez el único medio en condiciones de implementar proyectos de ficción en lo inmediato (en sus múltiples variables románticas, de aventuras, humorísticas, etc.), preservando las medidas de seguridad que imponen las limitaciones a que nos somete la pandemia de coronavirus que sufrimos, vaya uno a saber por cuánto tiempo… Hay emisoras que poseen estudios que pueden contener un grupo reducido de intérpretes con el distanciamiento necesario, pero lo más posible y sencillo de realizar es –como ya se está haciendo en otros géneros de programación– que los protagonistas del hecho radioteatral, incluidos dirección, sonidos de sala, etc., lo hagan desde sus propias casas, apelando a las nuevas aplicaciones tecnológicas o simplemente a través del viejo teléfono, hoy devenido ‘celular’…
En fin, esta iniciativa –de considerarse válida– no tiene más ‘dueñ@s’ que quienes decidan empoderarse de ella y proponerse llevarla a cabo.
Conlleva, eso sí, un enfático llamado a quienes tienen en sus manos las posibilidades de generar las condiciones para que ello se concrete, desde funcionarios de Estado hasta titulares de medios y anunciantes sensibles que provean directivas, ámbitos y recursos para el pronto reencuentro del público con la ficción del radioteatro (también medicina para su sanidad espiritual) y el reencuentro de sus realizadores con su actividad genuina (también tratamiento para su dignidad existencial). (O. R.)
–En la Ciudad de Buenos Aires, a los 24 días del mes de julio de 2020.