Por fin, la Davis en casa
Por Mario Bellocchio
Esta vez se dio. Luego de cuatro frustraciones en sendas finales de “la Davis”, esta vez el equipo argentino se consagró campeón de la Copa con un sufrimiento comparable a las tragedias griegas por sus alternativas.
Viniendo de un sábado con el score en detrimento de nuestro equipo, por 2 a 1, había que ganar los dos singles para imponerse. Un propósito que en principio tenía su mayor escollo en el quinto punto dado el presente de Delpo. Pero Cilic, su adversario, séptimo en el ranking, no pensaba lo mismo y le ganó los dos primeros sets del cuarto cotejo, obligando al tandilense a la hazaña. Y la hizo. ¡Y cómo!
Ahora Delbonis debería arrebatarle el quinto punto al gigante Ivo Karlovic –2 metros 11 centímetros–, 20º del ATP, con un saque demoledor. El pibe de Azul no se arredró con el compromiso y le pasó el trapo en tres sets corridos. ¡Y a cobrar!!
Federico Delbonis hizo historia en Zagreb al ganar el punto decisivo de la serie de final de Copa Davis y darle a la Argentina su primera ensaladera de plata, que se le había negado en cuatro oportunidades. Delbonis le ganó de forma contundente a Ivo Karlovic por 3 a 0 (6-3,6-4 y 6-2) en el partido más importante de su carrera para cerrar una serie que al inicio de la última jornada encontró al seleccionado nacional 2 a 1 abajo en la serie. El día histórico comenzó con una sufrida victoria de Juan Martín Del Potro por 3 a 2 frente a Marin Cilic, tras ir perdiendo dos sets a cero.
“No lo puedo creer. Cuando vi que esa pelota se iba, se me vinieron 500 cosas a la cabeza por todas lo que pasamos, pero, por suerte, la copa va para casa”, relató Delbonis minutos después de ganar 40-15 el game definitivo, por un error no forzado de Karlovic.
“Es el partido de mi vida”, celebró Delbonis y recordó lo difícil que fue esperar su turno mientras Del Potro remontaba su partido frente a Cilic.
El tandilense, por su parte, quien había ganado el viernes el único punto para el equipo nacional, dio vuelta un partido que se le hizo cuesta arriba al iniciar dos sets abajo frente a Cilic. Delpo se recuperó luego de perder los dos primeros sets por 7-5 y 6-2, y ganó el tercero por 7-5, el cuarto por 6-4 y el quinto por 6-3. Así, Del Potro empató la serie y le abrió la puerta de la historia a Delbonis.
“Mejor cierre no le puedo dar al año. Además, con mi partido que fue de lo mejor de mi carrera, justo en el momento en el que la Argentina más lo necesitaba, lo pude ayudar a Fede para ganar esta copa”, celebró Del Potro, en diálogo con TyC Sports, por el campeonato obtenido en el cierre del año en que volvió al circuito ATP, tras una larga lesión en su muñeca, y también logró una medalla plateada en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro.
“Esta copa es la mejor sin dudas. Va a estar bien guardada, al lado de la del US Open y las medallas, pero es especial por el esfuerzo que hice en mi carrera” –señaló el obelisco de Tandil
Del Potro destacó la unidad del equipo argentino de tenis y señaló que se trata de “no sólo de 4 buenos tenistas sino de 4 buenas personas”. “Ganamos las cuatro series de visitantes y la Copa. Es increíble”, insistió el mejor tenista argentino. Por su parte, el capitán del seleccionado argentino, Daniel Orsanic, reveló que “un montón de veces soñé que sería el capitán y que rompería la maldición y ganaría la Ensaladera de plata. El triunfo no es sólo de este grupo es de todo el tenis argentino”, subrayó.
La final de la Copa Davis arrastraba una maldición por la Argentina desde 1981, cuando el equipo encabezado por Guillermo Vilas y José Luis Clerc, perdió la primera final frente a Estados Unidos. Pasaron 25 años para que la generación histórica encabezada por David Nalbandian volviera a jugar una final frente a Rusia. Esa fue la primera derrota de otras dos que llegarían en 2008 como local frente a España y en 2011 otra vez frente a los españoles, pero como visitantes. Hoy, en Zagreb, Delbonis, Del Potro, Leonardo Mayer y Guido Pella, rompieron el maleficio.
Mientras tanto, con sus colegas pariendo esta Copa en Zagreb, David Nalbandián lucía su torso en Córdoba en la carrera de TC 2000 –el automovilismo parece ser, ahora, su preferido– exhibiendo su desdén al deporte que entregó dedicación, enjundia y no pocas intrigas de vestuario. Y a una Copa que se le hizo esquiva, en estas circunstancias finales, en tres oportunidades. ¿Habrá habido llamadita de felicitación? Difícil. Parece que el ruido de los motores es más potente que el de las raquetas. Y, se sabe, para sanar un despecho, nada mejor que un nuevo “amor…”
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