Olavarría, un océano de gente
La desmesura de un recital para 300 mil personas
Por Mario Bellocchio
A los señores para los que el tiempo de los recitales quedó atrás, muy atrás, y nos producen vértigo los “pogos” y las avalanchas con sólo imaginarlos, además de que el Indio Solari no sea un artista de los que nos conmueven, termina conformando un conjunto poco apropiado para comprender los sucesos de Olavarría. A priori, uno tendría que recurrir al recuerdo de lejanas convocatorias masivas para encontrar ciertas raíces en paralelo.
En los recitales a cielo abierto se escucha mal, los artistas son un conjunto de hormigas lejanas y salvo algún momento de efectos lumínicos o de bajos sonoros no se justifica la presencia por lo que sucede en el escenario sino por el entorno. “En general –acota Franco Ciancaglini en su nota para “lavaca”1– el pésimo sonido, la lejanía de los predios y del escenario, la desorganización hecha caos, hace que el disfrute se mezcle con el tormento”.
“Lo peor fue cuando empezó el recital” –le confiesa un amigo que está volviendo de Olavarría a Pablo Marchetti, autor de la nota “Lo que nos paso? es lo que somos”, publicada en “lavaca”2. Dicho en otros términos el amigo le reconoce el valor del resto de la convocatoria. Y completa: “La pasé mal a la salida. Mal, mal”. “Ahí me cayó la ficha de que no se puede dar un recital para 300.000 personas”.
Vienen a la memoria las concentraciones masivas más cercanas con las que uno tuvo contacto y trata de comprender en base a un partido de fútbol, ya que las concentraciones políticas en áreas abiertas tienen otro tipo de riesgo. El fútbol en cambio, coincide con este tipo de citas en que la llegada de la concurrencia se estira en el tiempo mientras que la salida es simultánea y tumultuosa.
“La última vez, en Tandil, a la salida del show tuve miedo” –confiesa Ciancaglini hablando del anterior recital del Indio– “Miedo a la muerte, aunque parezca exagerado. Miedo o sensación de sentirme un alfiler dentro de una marea que podía aplastarme. (…) Fue, precisamente, cuando salimos del recital: la gente se amontonó al intentar pasar por una de las puertas que salía a una calle lateral. No sólo estábamos muy apretados sino que la sensación de que no te podías mover, de que el equilibrio no dependía de vos y de que si alguien se caía se iban todos encima, era asfixiante. Pensé: decí que tengo 26 años, soy hombre, tengo buena salud, etc.: zafé. Al lado mío había chicos, padres, mujeres y personas que no sé cómo pasaron ese momento”.
¿Cómo se explica el fenómeno de estas convocatorias cuasi masoquistas cuyo epítome contemporáneo es el Indio Solari? Autodesacretidatada la propia opinión valga escuchar la del fundador y actual director de la revista Barcelona, Pablo Marchetti:
(…) “Nos pasa y somos quienes necesitamos reconocernos, pero al mismo tiempo estamos muy sacados. Perdimos la brújula del disfrute, nos volvimos violentos, nos cagamos en el otro. Vamos a ver un recital masivo y necesitamos protagonizarlo, cuando no nos animamos a subirnos a un escenario propio y minúsculo. Necesitamos encontrarnos pero estamos desesperados porque nos miren, porque nos reconozcan. Y entonces nos pasa que inventamos monstruos. Y entonces somos quienes no teníamos idea que éramos”.
(…) “El límite es muy delicado. Por un lado está la necesidad de asumir eso que somos. Por otro, evitar que el hacernos cargo no implique dejar de lado las responsabilidades reales de alguna gente. Es cierto, sin pogo no hay avalancha. Pero sin controles es lógico que haya desbordes. Si el Estado no es capaz de garantizar esto, no se entiende para qué existe”.
Un amigo de Giancaglini le cuenta que “en los trece recitales del Indio a los que fue, “jamás vivió algo como lo de ayer” –¿Y qué vio?– “La gente estaba muy violenta, era raro”. Cierto es que las teorías conspirativas que circularon fueron corroboradas por el propio Indio en su Facebook antes del recital sosteniendo que pueden querer provocar el caos: “es un momento especial, hay intereses oscuros que con pocos miembros pueden alterar la fiesta” –decía Solari.
La pregunta que queda sin respuesta es si no era ese el momento para reflexionar antes de llevar a cabo semejante despliegue.
La municipalidad de Olavarría informó esta tarde que ya se realizaron las autopsias de ambos fallecidos en el recital del Indio en Olavarría. De acuerdo al informe publicado en el sitio web municipal, Javier León, de 42 años, de Los Polvorines, murió por una trombosis cardiopulmonar y no presentaba señales de aplastamiento. En tanto, el segundo hombre, Juan Francisco Bulacio, de 36 años, con residencia en Garín, provincia de Buenos Aires, también falleció por paro cardiorespiratorio traumático y no presentaba señales de aplastamiento interno.
Facebook del Indio: Virumancia, el domingo. Para las familias que esperan a los suyos: Una vez más, de forma irresponsable y mezquina los medios están VENDIENDO pescado podrido. POR FAVOR NO CREAN TODO LO QUE SE DICE. Esperamos que con el correr de las horas todos vayan llegando a sus hogares. Viru
“Si se comprueba que el Indio vendió más entradas que la capacidad del lugar, y esto provocó la avalancha, si tiene responsabilidad en esas muertes, debería ir preso.
Y así como Cromañón significó la destitución y el fin de la carrera política de Aníbal Ibarra, el recital de Olavarría debería provocar la destitución y el fin de la carrera política del intendente Ezequiel Galli. Por no hablar de la gobernadora de la provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal” –Pablo Marchetti dixit.
Más allá –o más acá– de las presuntas conspiraciones, queda claro que el Indio no piensa resignar su magnetismo con apresurados reconocimientos de sus propios pasos en falso. Quedan demasiadas preguntas sin respuestas de su parte. Y no es cuestión de tolerárselo por presumirlo un defensor de los derechos y las reivindicaciones populares. La torre de marfil no suele ser el mejor púlpito para predicar sobre las carencias de los corderos mientras se los envía al matadero.
- http://www.lavaca.org/notas/generacion-indio/
- Pablo Marchetti, “Lo que nos paso? es lo que somos.” http://www.lavaca.org/notas/republica-olavarria/