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Morrones y berenjenas

La feroz represión a los verduleros de Plaza Constitución. Por Mario Bellocchio

Media mañana del viernes 15 de febrero. La Unión de Trabajadores de la Tierra prepara y abastece un “verdurazo” más de los que ha venido produciendo desde hace un par de años. Colocan su mercadería a la vista de la ya numerosa clientela y se disponen a comercializarla a precios insólitos para los compradores –por lo baratos– pero, aún así, redituables para ellos acostumbrados a recibir migajas por su trabajo.

Pero la presencia de más de un centenar de  policías del cuerpo de choque de la Ciudad les avisa que no será una jornada de paz.

Al secretario de Seguridad del Gobierno porteño, Marcelo D’Alessandro, se le ocurrió que “hay una intencionalidad política detrás”. ¡Vaya la sagacidad del funcionario! Toda protesta social es eminentemente política sin que eso denuncie delito reprimible alguno. Veamos entonces en qué acción encuadra a estos trabajadores jaqueados por el hambre que sus colegas funcionarios –y funcionales– les supieron constituir.

“Desde ayer les están diciendo que no solicitaron el permiso” –proclama, a la vez que ordena a sus esbirros calzarse el uniforme de Robocop, tomar los escudos de plexiglas antibalas, proveerse de gas pimienta y las armas –eso sí– reglamentarias. Subir a los colectivos de transporte de tropa y enfilarlos hacia Plaza Constitución, el campo de la batalla de las verduras.

 

Toda explosión tiene inicio en una chispa. Vaya a saberse que intimación o falta de acatamiento al orden público establecido, generó el chisporroteo que encendió el material altamente inflamable que –como se sabe– son las berenjenas y los morrones. Lo cierto es que se desató una larga y desigual pelea entre feroces verduleros armados con contundentes apios y cebollas e inocentes servidores del orden provistos de las armas que el pueblo les confía para defender a las instituciones.

Como resultado de la batalla por la verdura quedó desparramada por la Plaza Constitución una regular cantidad de la cosecha que los trabajadores pensaban comercializar  y otra mucho mayor, aún encajonada, incautada sin más y sin devolución –se trata de elementos perecederos– por lo que se ignora en casa de qué oficialidad policial se disfrutó del fruto del trabajo de los reprimidos por pretender dignidad de su tarea y trasladar su protesta en forma beneficiosa al pueblo.

 

Bernardino Ávila es, desde hace 22 años, reportero gráfico de Página 12. Bernardino habla con sus imágenes que aprendió a encuadrar en sus ya lejanos estudios en el Foto Club Buenos Aires. La otra mañana, en Plaza Constitución, armó su relato fotográfico con una secuencia que incluye dramáticas imágenes de una anciana que reprime la dificultad que le causa agacharse en bien de lograr el trofeo de una inigualable berenjena. A sus espaldas, un par de Robocops policiales desligados del “sacrificio” de la viejita, aparecen amenazantes con reprimidas –tan luego en ellos– ganas de intercambiar disparos de obturador vs. disparos de Fal.

Un solitario morrón caído en combate llama su atención y captura la pose.

Un poeta mira su obra y reflexiona:

 

 

 

 

 

NO es de nadie

este morrón lastimado

demasiados borcegos

para tu piso de lechugas

limones tomates

ruedan plaza abajo

ya está cocida nuestra bronca

gas pimienta a gusto

somos la ensalada

para el fondo

y hasta cuándo?

 

Víctor Cuello (Pajarito)

 

 

Otra imagen de Bernardino ocasiona esta reflexión de la actriz Inés Estevez y la vuelca a su Tweet @IneEstevez:

“Revea esta medida @horaciorlarreta Puede pedir disculpas. Puede reflexionar solo observando esta imagen. Es la gráfica de la cobardía. Policías atacando verduleros. Es inconcebible. Es inhumano. Es atroz.” 

¿Habrá modo de revisar este fracaso económico del Gobierno convertido en castigo para el pueblo trabajador? ¿O estamos condenados a ver fotos de Bernardino donde seres humanos reemplacen a los morrones y berenjenas?

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