Media sanción para una nueva plaza
El ejemplo cunde: aquella larga lucha vecinal para conseguir la Plaza Mariano Boedo, que costó años de denodada tarea barrial, tiene sus réplicas en el Parque de la Estación o en la Manzana 66 de Balvanera.
Ver que la tarea conjunta de los vecinos rinde sus frutos es, evidentemente, el mejor incentivo para continuar en la lucha hasta lograr los objetivos propuestos. Ahora los vecinos de la avenida Jujuy al 300 aguardan ansiosos la reanudación de las actividades legislativas luego del receso estival, para concretar legalmente su anhelo.
En efecto, la Legislatura porteña aprobó a fines de noviembre –en primera lectura– una ley para transformar la manzana 66 de la Comuna 3 –los 9.000 metros cuadrados que encierran Belgrano, Jujuy, Moreno y Catamarca– en un nuevo espacio verde para la ciudad.
Esta primera votación aguarda ahora la llamada “segunda lectura” que incluye una audiencia pública” y una segunda votación –definitiva– para la sanción de la ley.
La iniciativa, producto de una larga lucha vecinal, fue sancionada por 45 votos positivos – sobre 55 diputados presentes– y 10 abstenciones. Las abstenciones correspondieron a los diputados del FpV: Paula Penacca, Javier Andrade, Pablo Ferreyra, Carlos Tomada y Lorena Pokoik; de Confianza Pública: Marcelo Depierro y Graciela Ocaña; y los diputados Fernando Vilardo (AyL), Marcelo Ramal (FIT); y Patricio del Corro (PTS).
“Acompañamos la necesidad de espacios verdes en esta y otras comunas de la Ciudad, pero no estamos dispuestos a convalidar que el Estado haga un intercambio dudoso en beneficio de incrementar un negocio privado” –manifestaba el legislador del Frente para la Victoria Javier Andrade, explicando la abstención de su bloque.
“Conciliar intereses y derechos es el desafío constante al que se enfrentan los gobiernos, y que hemos logrado superar en este proyecto donde todas las partes ganan y la ciudad se desarrolla y avanza”, defendió el presidente de la Comisión de Planeamiento, Agustín Forchieri (PRO).
La discrepancia surgió al difundirse el método elegido para saldar la expropiación del predio por el Gobierno porteño, que resolvió incorporar un artículo compensatorio en beneficio de la empresa Micrisol SA, perteneciente a la familia Miguens, propietarios del lugar.
A modo de resarcimiento, Micrisol recibirá un terreno ubicado en la avenida San Isidro Labrador al 4800, en el barrio de Saavedra, donde actualmente funciona la terminal de la línea 151 de colectivos.
Según denunciaron los legisladores de la oposición, pudo saberse que allí podrían construir una torre de hasta 100 metros y un estacionamiento subterráneo.
Parece que desde el PRO tienen más confianza en que los vecinos de Saavedra sean menos “reactivos” a que sus proyectos de construcción escolar en el predio de la avenida San Isidro Labrador al 4800 se vean transformados en una gigantesca torre de los acaudalados Miguens y que ese sea el modo en que “la ciudad se desarrolla y avanza”, según el presidente de la Comisión de Planeamiento, Agustín Forchieri.
Vecinos de Saavedra: ustedes tienen la palabra. Según traducen los hechos relatados por estas líneas, peleando se puede. Habría que recordar al respecto el viejo aforismo: “cocodrilo que se duerme, es cartera”.
La historia del lugar
Fueron necesarios poco más de dos años de demoliciones para dejar vacíos los 9.000 metros cuadrados del predio, donde ahora hay canchas de fútbol 5. En mayo de 2014, el titular de Ake Music, Aquiles Sojo, acordó con el Gobierno porteño la construcción de un estadio techado de enormes dimensiones, el más grande de la capital.
Se presentaron los avales de la productora en el Banco Ciudad y de acordó un crédito por 120 millones de pesos que nunca se concretó.
Los vecinos se movilizaron y lograron que su queja llegara rápidamente a la Legislatura a tiempo para detener una rezonificación que le permitiera a Ake Music construir el monumental emprendimiento. Finalmente, el Ejecutivo dio marcha atrás y abandonó el proyecto.
Y la movilización vecinal vio la oportunidad de contar con un imprescindible espacio verde, tan carente en la zona, presionando para que se rezonifique el predio sólo en ese sentido.
En la manzana 66 sólo quedan algunas fachadas que ofician de tapia. La demolición de los 20 inmuebles que ocupaban las 22 parcelas (había, además de viviendas, comercios, una carpintería, un galpón y un estacionamiento) se hizo lenta pero sostenidamente.
Según el Registro de la Propiedad Inmueble, la familia Miguens –a través de la sociedad Micrisol– es la dueña de la manzana. Luciano Miguens, ex presidente de la Sociedad Rural y asesor del PRO en la Fundación Pensar, es uno de los vicepresidentes de Micrisol.