Los 10 frases que Lincoln no dijo
Una de las intencionalidades más difundidas es el engaño por notoriedad de autor: es siempre más creíble y prestigioso algo dicho, digamos, por San Martín que por un ignoto cura barrial en su sermón dominical ¡Qué mejor entonces que atribuir al prócer el mensaje enviado desde el púlpito!
Los diez “Usted no puede” de William J.H. Boetcker. (que no son de Lincoln como se intenta atribuir)
Allá por 1916, un ignoto político conservador de origen Alemán educado en norteamérica, dio a conocer en forma de folleto un decálogo titulado “You Cannot” (Usted no puede) que enumeraba los impedimentos para el crecimiento y progreso de una nación, según su punto de vista.
En 1942 una organización conservadora llamada “Committee for Constitutional Government” (Comité para el Gobierno Constitucional) imprimió un folleto titulado. “Lincoln sobre las limitaciones” y contenía algunas citas auténticas de Lincoln en el anverso y los diez “Cannots” en el reverso, con las atribuciones cambiadas, vaya a saberse si con intenciones aviesas o simple traspié tipográfico.
El error fue ab-usado frecuentemente desde entonces hasta nuestros días, como ya vemos. La más notoria de esas “equivocaciones” tuvo lugar en Houston, en 1992, donde fue repetido textualmente nada menos que por el presidente Ronald Reagan.
Contemporáneamente han asomado este tipo de falsas atribuciones, en diseño o simple texto, que se dan a conocer a través de las redes; Facebook es el mejor ejemplo. Y no se precisa un prócer que dé prestigio a la difusión. Basta poner la apostilla en boca de Mafalda para que todo el mundo crea que lo dicho forma parte de la genialidad de Quino.
Boetcker apela en su decálogo a la alusión directa del Tío Sam: ¡Usted!!. ¡Usted no puede! Y en ese vasto “usted” puede incluir ambiguamente desde un poderoso presidente hasta un humilde obrero humillado que intenta reivindicar su existencia.
Aparte de la fácil rebatibilidad de los aforismos errónea o aviesamente atribuidos a Abraham Lincoln, se agrega en su detrimento que sólo se los endilgaron para darle el respaldo del prócer, de otro modo asomarían como insostenibles.
Digamos sobre algunos de los “no puede”, específicamente sobre los referidos a una aspiración universal de redistribución de la riqueza basada en la certeza corroborada de que 0.7% de la población mundial posee el 45.2% de la riqueza global, mientras que 71% de la población cuenta solo con 3% de la riqueza mundial.
El reverendo Boetcker –disfrazado de Lincoln– predica al respecto que “Usted no puede fortalecer al débil debilitando al fuerte”, derrumbando de hecho cualquier sensato reacomodamiento impositivo o, formando parte de la misma perorata asegurando que “Usted no puede ayudar a los pequeños aplastando a los grandes” o “Usted no puede ayudar al pobre destruyendo al rico” dando por sentado que mayores exigencias a los “grandes” o a los “ricos” constituyen su aplastamiento o su destrucción.
“Usted no puede elevar al asalariado presionando a quien paga el salario”.
El aforismo sintetiza en la acción de “presionar” todo un mundo de conquistas laborales que incluyen gremios, negociaciones, convenios y hasta el propio “derecho de huelga” con los cuales, al entender de Boetcker, el asalariado no puede ejercer presión.
“Usted no puede formar el carácter y el valor de un hombre quitándole su independencia, libertad e iniciativa”.
Parece referirse, aunque imprecisamente, a cierta prédica ponderativa individualista del reverso –¡usted puede!– con protagonismo del “emprendedor” y detrimento del cooperativismo y el esfuerzo del conjunto social.
“Usted no puede resolver sus problemas mientras gaste más de lo que gana”.
Sería bueno que se enteraran los Gobiernos que se endeudan con préstamos que se diluyen en el mundo financiero.
“Usted no puede promover la fraternidad de la humanidad admitiendo e incitando el odio de clases”.
De ello tienen que enterarse los autores de “La grieta”.
“Usted no puede ayudar a los hombres permanentemente realizando por ellos lo que éstos pueden y deben hacer por sí mismos”.
Este “no puede” –claramente dirigido a una autoridad “populista”, según su propio lenguaje– constituye sin duda el origen de la prédica conservadora de “ceja levantada” que afirma: “No le dés pescado al pobre, regálale una caña de pescar”.
A veces la necesidad de síntesis traiciona al autor que, para no caer en la crueldad de “no puede ayudar a los hombres…” debe agregar un presuroso “permanentemente” que aclare la especie y reduzca la ayuda al pobre a una circunstancia y no se convierta en el vilipendiado “asistencialismo”. Sobre la “asistencia social” sin embargo queda claro que el Estado tiene la obligación equilibradora de encargarse, replicando al aforismo, de “lo que éstos no pueden hacer por sí mismos”.
Fuente de datos: https://es.wikipedia.org/wiki/William_J._H._Boetcker