Las vereditas de Buenos Aires tienen ese “qué sé yo” ¿viste?
El Gobierno de la Ciudad le paga 14 millones de pesos a una consultora amiga para que le diga qué hacer con las veredas porteñas después de 9 años de gestión y contraviniendo lo dispuesto en la Constitución de la Ciudad y la Ley Orgánica de Comunas sobre la “competencia exclusiva la planificación, ejecución y control de los trabajos de mantenimiento urbano de las vías secundarias”.
La comunera del Frente para la Victoria Julieta Costa Díaz (Comuna 13, Nuñez, Colegiales y Belgrano), realizó el informe que trascribimos.
El Ministerio de Ambiente y Espacio Público a cargo de Eduardo Macchiavelli contrató –a través de una “licitación privada” donde hubo una sola oferta– a la empresa McKinsey para la realización de un listado de veredas rotas en la Ciudad de Buenos Aires y para que sugiera qué hacer con ellas. En esta empresa se conocieron Gustavo Lopetegui y Mario Quintana, los ojos de Macri, tal como los definiera el propio presidente de la República.
El 23 de enero de este año se firmó la disposición desde el Ministerio de Ambiente y Espacio Público para la contratación del “Servicio de consultoría para optimizar el mantenimiento de las veredas de la Ciudad de Buenos Aires” por un monto de $14 millones. Claro que la forma de contratación no fue por licitación pública, sino privada.
Durante la gestión del Pro Cambiemos en la Ciudad de Buenos Aires el llamado a licitación privada es una de las adjudicaciones menos transparentes y, al igual que la contratación directa, su utilización debería ser aplicada en casos muy puntuales como emergencias que impidan el normal desarrollo de una licitación pública.
En la licitación privada la discrecionalidad del que contrata es muy amplia, ya que es el contratante el que invita a las empresas que, a su gusto, deben participar en la compulsa. Cabe mencionar que las gestiones de Mauricio Macri –primero– y –ahora– la de Horacio Rodríguez Larreta, han aumentado los topes para la contratación directa y la licitación privada en forma exponencial llevando a las cifras más altas de todo el país, todo por decreto. Para dar un ejemplo, durante 2015 el 70% de las contrataciones en la Ciudad de Buenos Ares se hizo por contratación directa.
Cabe aclarar que según la Constitución de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires en su Artículo N° 128 y la Ley Orgánica de Comunas N° 1777 en su Artículo N° 10, las Comunas tienen como competencia exclusiva la planificación, ejecución y control de los trabajos de mantenimiento urbano de las vías secundarias. Es decir, que la reparación y el mantenimiento de las veredas es competencia exclusivísima de las comunas. Pero esto no parece importarle a Macchiavelli.
Algunos detalles de la contratación. ¿Qué dice el pliego1?
Con un pliego más que escueto, el Ministerio de ambiente y espacio público resuelve todo en media carilla, y dispone de 14 millones para una empresa sin demasiadas precisiones, entre ellas:
“La consultora ganadora de la licitación deberá realizar un diagnóstico preciso y detallado del estado de las veredas de la ciudad”.
El Pro Gobierna la Ciudad de Buenos Aires desde hace más de 9 años. Que a esta altura no tenga un diagnóstico de las veredas es, en el mejor de los casos, un ejemplo de mala gestión. Hay que recordar que el Ministro que llamó a esta contratación, Eduardo Macchiavelli, pagó a dos empresas fantasma, 64 millones de pesos para la reparación de determinadas veredas. A su vez, quien ocupó durante un largo periodo el mismo cargo que Macchiavelli, es el actual vicejefe de Gobierno, Santilli (Diego César). O sea, según Machiavelli, Santilli no dejó durante su larga gestión un diagnóstico adecuado de las veredas de la Ciudad.
“La Consultora deberá proponer un nuevo modelo de gestión de la reparación y restauración de veredas”.
Después de largos 9 años al frente de la Ciudad se dieron cuenta de que había que tener un nuevo modelo para la reparación y restauración de las veredas como si hubieran asumido ayer no más. Pero lo más grave de todo esto es que la consultoría, si sirviera para algo, no llevaría a ningún resultado de implementación inmediata. Veamos por qué…
Horacio Rodríguez Larreta y Eduardo Macchiaveli aprobaron los pliegos para llamar a licitación por un monto de $ 1.300 millones para la rehabilitación y mantenimiento de las veredas de la Ciudad de Buenos Aires por un plazo de 2 años en diciembre del año pasado (2016). Es decir que, el modelo de gestión de la reparación de veredas ya está definido, por lo menos por los dos próximos años. Y si hacen lo mismo que con los contratos anteriores, el contrato dura 3 años, porque existe la posibilidad de extenderlo. Vale la pena señalar que en este punto, contra lo que prescribe la ley, han acortado todo los plazos licitatorios. Esta situación favorece a las empresas que ya vienen prestando servicios, como SES SA del “hermano de la vida” del presidente Macri, Nicolás Caputo.
Para todas estas tareas tienen 90 días. Parecería un plazo exiguo para relevar 49.020 veredas que posee aproximadamente la Ciudad, sin embargo es un tiempo más que suficiente para hacer un buen negocio privado con la plata pública, a razón de 150 mil pesos diarios.
El cinismo como modelo de gestión.
Para fundamentar este contrato, que desde antes de su publicación tenía como destinatario a McKinsey, desde el ministerio que dirige Eduardo Macchiavelli sostienen que “el Gobierno de la Ciudad de Buenos aires desea revisar el modelo actual de gestión de veredas con el objetivo de mejorar la experiencia de los ciudadanos” y que “En 2016, GCABA invirtió $831.000.000, para tener veredas en buen estado, sin embargo el resultado de las mismas no es el deseado. Y de proyectarse similar inversión a futuro no implicaría un cambio significativo respecto del estado actual”. Con tal de entregar este contrato a una empresa amiga llegan al extremo de –a pesar de la enorme masa de dinero invertido– reconocer que la gestión es paupérrima y el estado de las veredas deplorable, situación que sabe cualquier laburante de a pie que transita nuestra ciudad.
McKinsey, una empresa bien Cambiemos
En las dos oleadas neoliberales que soportó nuestro país llegaron al Ministerio de Economía los ultraliberales Chicago Boys; la primera del 76 al 83 durante la dictadura cívico-militar, junto al nefasto Martínez de Hoz (José Alfredo), para luego volver a la gloria en el periodo 1989-2001. Ellos tuvieron como receta central la toma de deuda, altas tasas de desocupación –para bajar la inflación, decían– y el enfriamiento de la economía.
La Universidad de Chicago funcionaba como una colocadora de funcionarios en los gobiernos de América Latina. Podríamos decir que en esta nueva etapa neoliberal se pasa de los Chicago Boys a los McKinsey boys. Los dos principales McKinsey boys, Gustavo Lopetegui y Mario Quintana, son los verdaderos ministros de Economía del Gobierno Nacional de Cambiemos. Ambos tuvieron prominentes carreras dentro de la consultora norteamericana.
La empresa saltó a la fama en nuestro país en 2016 cuando el ministro de Comunicaciones, Oscar Aguad, utilizó a ARSAT –cuya regulación está exenta de las cargas públicas para contratar– para evitar licitaciones públicas transparentes y, a través de una contratación directa, pagar a la empresa más de 800 mil dólares por la construcción de un marco regulatorio para el desarrollo y la innovación en TIC (Tecnología de la Información y la Comunicación). Ésto lo explicó detalladamente el periodista Fernando Krakowiak.
El tercer McKinsey Boy es su director en la Argentina, Francisco Ortega, integrante de los equipos de la Fundación Pensar y del G25, un grupo que dirigen Bullrich (Esteban, ministro de Educación de la Nación) y Dietrich (Guillermo, ministro de Transporte de la Nación); todo un cuadro militante de Cambiemos.
Justamente Guillermo Dietrich, cuando era secretario de Transporte de la Ciudad, le “entregó” a McKinsey una contratación directa por más de 9 millones de pesos por 4 meses de trabajo para evaluar y proponer modernizar los “sistemas de señalización luminosa”, en criollo: los semáforos.
McKinsey cumplió 25 años en nuestro país en 2016. Para festejarlo hicieron una reunión en un lugar que sería difícil alquilar para un cumpleaños de 15, el Teatro Colón. No figura en ningún documento público cómo esta multinacional accedió a contar con tal lugar para llevar adelante su celebración, de la que participaron Mauricio Macri y Horacio Rodríguez Larreta. Al festejo asistió el CEO mundial de la Compañía Dominic Barton, que a su paso por nuestro país nos dejó un consejo que ya se hizo realidad: “en primera instancia, liquiden el tema con los holdouts”.
McKinsey tiene un instituto de investigaciones que en 2015 reconoció que la Argentina era uno de los países que más se había desendeudado, por lo cual Barton nos dio el segundo consejo que ya está en práctica: “se pueden dar el lujo de tener un poco más de endeudamiento a nivel nacional y para el largo plazo”, y que la fiesta la paguen otros, le faltó decir.
En esa fiesta privada en un lugar público, McKinsey presentó una publicación en la que escriben, entre otros, Marcos Aguinis, María Eugenia Vidal, Mauricio Macri, Facundo Manes… El libro está destinado a 1500 líderes mundiales para que inviertan en la Argentina, se llama “Reimaginando Argentina”. También escribe Horacio Rodríguez Larreta. En la presentación del jefe de Gobierno la publicación describe: “Pocos conocen como él sus calles (en referencia a la Ciudad), que camina incansablemente”.
Macchievelli y la propia McKinsey contradicen a la publicación: nos costará 14 millones de pesos que el jefe de Gobierno conozca sus calles.
[1] El pliego de una contratación es donde se describe, entre otras cosas, el trabajo que debe realizar la empresa que resulte contratada.
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