El sábado 9 de marzo funcionarios del Gobierno porteño y la policía intentaron desalojar a la milonga callejera de Parque Patricios. Por Mario Bellocchio
Todas las tardecitas de sábado, desde hace una pila de años (dicen nueve por ahí) en el ángulo más tradicional del parque –Caseros y Monteagudo– se arma un patio de tango. La reunión sigue siendo autogestiva, como en sus comienzos. Llega la muchachada mayoritariamente canosa –aunque no falta alguna “carmela” o algunos pendex– y arma “el sonido” integrado por modestos equipos que amplifican a D’Arienzo, a Troilo, a Pugliese… (y siguen las firmas). A partir de un lejano chaparrón que arruinó amplificadores, la muchachada se cubre –mejor dicho, cubre los equipos– con un pequeño gazebo que compraron religiosamente prorrateado entre los habitués.
Parece que el techito irritó a don Larreta porque le mandó a los tangueros unas camionetas del Gobierno porteño escoltadas por la Policía de la Ciudad que intentaron desalojarlos y llevarse la carpa. Los comedidos representantes exigieron el desarme en nombre y representación de ordenanzas que invocaron prolijamente.
La movida reconoce un origen y un pionero, un tal Jean Pool que manifiesta su orgullo cuando se le pregunta por el espacio: “Soy el fundador de la Práctica Patricios, una milonga al aire libre que se arma todos los sábados del año en el parque más grande de nuestro barrio, Parque de los Patricios, Buenos Aires. Hace ya seis años que funciona de manera ininterrumpida –decía a “Diario Popular” en abril de 2017–, único por ser totalmente independiente y autogestivo, todo un orgullo argentino.
Cada sábado la gente del barrio y sus alrededores cuenta con esta milonga al aire libre para reunirse como se hacía en otros tiempos, bailando en la calle y compartiendo la tarde bajo el universal idioma del abrazo tanguero. El espacio no recibe ningún tipo de subsidios, se mantiene y realiza a pulmón, con la colaboración de todos los que se sienten parte. Todos los sábados se acarrea, arma y desarma el sonido y la pista para bailar, con colaboradores y los mismos vecinos que reconocen a éste como su espacio, totalmente inclusivo, donde se reúnen y se mezclan los abuelos con las nuevas generaciones que se acercan al tango, donde la prioridad es que la gente ‘la pase bien’ que disfrute, sin el protocolo típico y rígido de las milongas cerradas de tango”.
Nadie que no incluya la arbitrariedad como una constante del Gobierno de Cambiemos, se explica las verdaderas razones del intento de desalojo de una actividad que tiene hasta el auspicio de la Legislatura como “de Interés Social y Cultural”.
Y si de arbitrariedades se trata puede hasta formularse una teoría. Veamos: los domingos en igual lugar y horario se realiza una actividad similar, con un par de diferencias: se trata de folclore y lleva –en año electoral, tengamos en cuenta– el “invalorable” auspicio del Gobierno de la Ciudad, los banderines amarillos flamean con el viento del parque. Nadie del Gobierno, que se sepa y bienvenido sea, le ha recriminado nada a los folcloristas.
¿No será que las palabras de Jean Pool “único por ser totalmente independiente y autogestivo, todo un orgullo argentino” son una barrera para el reparto de globos amarillos en el 2 x 4?
Si sabremos en Boedo lo que nos cuesta sostener las actividades autogestivas que llevamos a cabo.
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