La libertad de prensa está en los barrios
Por Aníbal Gotelli
Los “medios barriales de comunicación” son el último bastión de la libertad de prensa en su estado más puro y verdadero, los únicos “medios” que todavía informan sin intoxicación, especulación o compromiso político.
Declaraciones de Aníbal Gotelli (Presidente del Instituto para Pensar Buenos Aires (IpeBA) quien publicó recientemente un artículo en el que pone de manifiesto su extenso conocimiento del tema. El trabajo es previo a las inconstitucionales podas a las pautas legales que deben recibir los medios vecinales por ley y que los coloca al borde de la extinción dadas las características inversamente proporcionales a los desmesurados aumentos que deben afrontar dados los costos de producción. Aun ante ese imprevisible desconocimiento, Gotelli revela la desmesura de la quita que agudiza la ya precaria situación económica de la –como él manifiesta– imprescindible presencia de este tipo de periodismo vecinal.
Algunos de sus conceptos:
La orfandad de los medios vecinales de comunicación de la Ciudad de Buenos Aires ya compite con el obelisco como símbolo urbano. Tanto que el único elemento legal que cobija y dispone un precario alivio a sus estrecheces es la ley 2587 –de Medios Vecinales de Comunicación Social, de diciembre de 2007– lograda tras larga lucha y movilización por los propios integrantes del periodismo barrial. De tal reglamentación se desprende una pauta publicitaria mensual que otorga el Gobierno de la Ciudad a los inscriptos anualmente en un registro que exige condiciones harto limitativas para ser otorgado con regularidad durante un período anual. La pauta oficial restante –multimillonaria– se distribuye a manos llenas en los escalones más altos del podio. Los medios barriales sólo reciben las migajas de la Ciudad, del resto, nada. “Arréglense” con el modesto aviso que coloca el pequeño comerciante barrial que hay que conseguirlo –y tratar de cobrarlo– todos los meses. Súmese a esta realidad la ausencia total de apoyo, fomento, crédito blando o cualquier otro auxilio que ampare a esta frágil y necesaria posibilidad de alternativa de la información.
(…) los “medios barriales de comunicación” son, sin dudas, la fuente de información más directa y más desinteresada para cualquier político, repartición o institución que quiera saber de primera mano cuáles son las necesidades, problemas y soluciones necesarias de cualquier ciudad o comunidad.
(…) todavía no se tiene ni se ha conseguido meter el tema de los “medios barriales de comunicación” entre los bienes sociales a defender en cualquier comunidad civilizada y organizada
(…) no se sigue entendiendo el volumen que, en conjunto, son todos los ejemplares que publican todos nuestros “medios barriales de comunicación”. En efecto, si sumamos todos los ejemplares, de todos los periódicos que se publican tan sólo en la Ciudad de Buenos Aires, nos daríamos cuenta del alcance masivo que esos medios tienen en nuestra comunidad local. Por lo cual, si nuestros dirigentes entendieran lo importante que es hacer propaganda política, institucional y hasta gubernamental en nuestros “medios barriales de comunicación”, el alcance de sus mensajes llegaría a mucha más gente de la que ellos mismos pueden llegar a imaginarse. Muchos de ellos no lo entienden, quizás por miopía política o quizás por ese cholulismo indecente que muchos de ellos sienten al imaginarse publicados en un medio masivo y nacional.
(…) no se sigue entendiendo que nuestros “medios de comunicación barrial” son de distribución libre y gratuita y que muchos de los porteños que ya no compran ninguno de los diarios nacionales por cuestiones económicas o por descrédito social de esos mismos diarios, en cambio sí todavía siguen retirando de la panadería, de la carnicería o de cualquier negocio de su barrio un ejemplar del medio barrial de su zona.
(…) los “medios barriales de comunicación” no han entrado en la guerra brutal, descontrolada y sin nivel ni piedad que han declarado algunos medios nacionales de comunicación tanto al gobierno nacional, como a otros sectores sociales y políticos que sienten como enemigos o como obstaculizadores de sus apetencias económicas, políticas o informativas. Todavía para los “medios barriales de comunicación” la verdad no es un bien negociable ni los lectores somos rehenes involuntarios de una guerra que ni por asomo hemos querido.
(…) los “medios barriales de comunicación” siguen publicándose a base de un gran esfuerzo por parte de sus editores y redactores. Muchos son emprendimientos familiares o de pequeños grupos de amigos o de una sola persona que hace las veces de editor, redactor, comercializador y control de imprenta. Es mucho el esfuerzo en razón de la poca atención que se les presta, tanto socialmente como políticamente.
Los partidos políticos, por ejemplo, que muchas veces se han llenado la boca hablando de los “medios barriales de comunicación” son los mismos que llegado el momento o llegados al poder no han hecho mucho por ellos, y ni siquiera han publicado un solo aviso pagado o han mejorado la pauta publicitaria oficial en beneficio de nuestros “medios barriales de comunicación”.
(…) los “medios barriales de comunicación” han sufrido los embates de acciones estatales que han tratado de minar su cohesión, su acción mancomunada y su posibilidad de defenderse como sector. La creación de registros, la fijación de pautas de evaluación no siempre regulares y fáciles de cumplimentar, han hecho que el sector de nuestros “medios barriales de comunicación” haya crecido o se haya mantenido en forma despareja, sumamente asimétrica. Un subsidio o aporte oficial, es la razón a veces de existencia, subsistencia o desaparición de un medio barrial de comunicación.
(…) los “medios barriales de comunicación” están redactados y están dirigidos por periodistas vocacionales, con fuertes convicciones ideológicas. Por lo tanto, no están editados –como sucede con los medios nacionales de comunicación– por personas que más que periodistas vocacionales, sinceros y libertarios son meros trabajadores de un medio de comunicación, con los mismos miedos al despido, a la sanción y la pérdida salarial de cualquier trabajador de una fábrica, de un comercio, de un shopping o de un cine. El periodista barrial es un ser profundamente libre, difícil de comprar, difícil de convencer de lo que no quiere ser convencido. El periodista barrial es artífice de su propio destino y es portador y defensor de su propia verdad. ¿Será acaso que por ser libres, por ser insobornables, por ser difíciles de convencer y de comprar parece convenirle a algunos tenerlos al margen de pautas mejores, de condiciones más favorables o de estándares de desarrollo más competitivos?
(…) los porteños por nuestro lado, todos los porteños sin distinción de partido, clase social, ideología o cualquier otra división circunstancial, debemos comprender que los “medios barriales de comunicación” no son solo nuestro más confiable e inmediato canal de información sobre lo que sucede en nuestra comunidad, sino además, que son la fuente más directa de denuncia, de señalamiento o de llamado de atención en niveles superiores de lo que necesita nuestro sector, nuestro barrio o nuestra comunidad.
(…) Los “medios barriales de comunicación” son los más importantes fiscales informativos de los abusos, la inactividad o las medidas inadecuadas que adoptan los gobiernos, cualquier gobierno, todos los gobiernos.
(…) Los que estamos convencidos de que nuestro sistema político debe ser, de una vez por todas, representativo, republicano y municipal, no concebimos una Ciudad desarrollada sin una “prensa barrial” fuerte y desarrollada.
Aníbal Gotelli
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