La Ley del Actor, un avance sobre el que quieren retroceder
Por Pablo Bellocchio |
Funcionarios del oficialismo buscan rever la Ley del Actor amparados por las quejas de los productores y por un grupo de “actores consagrados” que atentan contra una norma que regula la actividad laboral de los artistas logrando reconocimientos históricos para una rama de trabajadores con características laborales muy particulares.
“Esta ley es histórica porque nos va a permitir tener los mismos derechos que cualquier trabajador”, había declarado en septiembre Julio Alí, secretario general de la Asociación Argentina de Actores.
La ley promulgada por Cristina Kirchner y recientemente aprobada el pasado 28 de octubre por el Congreso Nacional, toca intereses empresarios, ya que en su aspecto previsional (el más novedoso y reivindicativo de la norma) se indica que, una vez entrada en vigencia, el empresario deberá aportar un 17 por ciento en concepto de aporte jubilatorio, mientras que el trabajador hará lo propio en un 11 por ciento.
Luego de su promulgación, actores como Pablo Echarri, Pepe Soriano, Jorge Marrale, China Zorrilla, Guillermo Francella, Julieta Díaz, Nancy Duplaá, Juan Leyrado, Hugo Arana, Paola Krum, Florencia Peña, Arturo Bonín y Gabriel Goity fueron invitados por la ex mandataria a celebrar a su despacho. Pero, ahora, el Gobierno de Mauricio Macri está planeando reformarla amparado en las quejas de los productores quienes, como es lógico, salieron a defender sus tocados intereses “preocupándose” por la situación de los actores de teatro independiente, a quienes la normativa no termina de abarcar. El conflicto es claramente otro. Los productores, a partir de que la ley entre en vigencia, deberán hacer lo que otras patronales vienen haciendo desde hace mucho: pagar aportes.
Lo particular es que la reforma cuenta con el aval de un listado de actores –Sí, sí…, actores en contra de la Ley del Actor –Adrián Suar (en su doble rol de actor y productor) y Soledad Silveyra, entre varios otros. El comunicado que extendieron dice “Solicitamos al Poder Ejecutivo dar lugar a nuestras preocupaciones a fin de evitar que la implementación de la ley perjudique nuestra labor como actores, atente contra el desempeño de colectivos artísticos y creativos y ponga en riesgo el pujante desarrollo de la actividad artística de nuestro país”.
Parte de su “preocupación”, dicen, “se basa en la inminente disminución de salarios a los que se verán afectados la gran mayoría de los actores trabajadores a partir de los aportes que establece la ley”. “Asimismo, existe inquietud respecto de cómo afecta la nueva normativa al desarrollo del teatro independiente, ámbito que queda en situación poco clara”.
La disminución de salarios no es algo que establezca la ley. Cabe tranquilamente la posibilidad de que el productor pase a ganar un poco menos y haga los aportes que cualquier sector patronal está obligado a hacer. El hecho de dar por sentado y hasta avalar que los productores bajarán los cachets de los actores para abonar los aportes es ser cómplices de una extorsión laboral. Algo que por otro lado es muy común en este medio: chuparle las medias al empleador con la esperanza de lograr la tan ansiada continuidad laboral.
Por otra parte, si bien es cierto que la flamante ley del actor no comprende a los actores que trabajan en el teatro independiente, ya que la mayoría no reúne las 120 jornadas anuales o los cuatro meses de trabajo corridos que pide la ley para contemplarlos como trabajadores en relación de dependencia, se hace difícil pensar en una ley que ampare al “off” teatral sin contar previamente con una norma cómo ésta que está vigente. La ley del actor debe sentar precedente. Tan sencillo cómo eso. Se deben conquistar terrenos para luego seguir avanzando sobre lo que falta. Ante la consigna: “la reforma agraria o la nada”, por lo general, la realidad devuelve la nada.
Para finalizar, pensando en aquellos actores que deciden reclamar en contra de la Ley y dar sustento al macrismo con su queja, vale la reflexión de Paula Sabatés para Página 12:
“Lo que preocupa, por sobre todo, es una cosa: que como la ley aún no fue reglamentada, cualquier intromisión en el texto ya promulgado implicaría volver atrás con todo el proceso; es decir, volver a fojas cero. Teniendo en cuenta eso, ¿entenderán los actores firmantes que su pedido va directamente en contra de la Ley del Actor, la primera que paradójicamente pide por sus derechos laborales? ¿Serán conscientes de lo que perjudica a la industria no es que haya ley, tal como alegan, sino que no la haya? ¿Estarán al tanto de que la cobertura de salud de la que gozan en la mayoría de los casos se desfinancia permanentemente por no recibir los aportes correspondientes, por ejemplo?”