La letra chica del libre mercado
Libertad para morirnos de hambre. Pablo Bellocchio
Queda para otro momento analizar si estas primeras horas de Milei al frente del ejecutivo nacional son las de un anarco-capitalista fundamentalista del libre mercado o más bien las de un clásico y vetusto liberalismo ortodoxo y pragmático que pone en juego las mismas recetas de siempre para hacer una nueva transferencia de ingresos de las clases medias y bajas a “la gente de bien”… y hundir definitivamente una economía con muchísimos problemas tras ocho años de gobiernos inoperantes (Cuatro de neoliberalismo Macrista y cuatro de socialdemocracia de Alberto).
Seamos entonces bien pensantes y apostemos a que Milei y toda su troupe son realmente fieles creyentes del equilibrio del mercado como ordenador natural de la economía y creamos que detrás de este espantoso primer acto que están llevando a cabo hay una mirada ideológica “bien intencionada” de equilibrar las cuentas. Hagamos un nuevo salto al vacío y analicemos entonces con la lógica del mercado, estas primeras acciones de gobierno.
En una entrevista con Luis Majul, le preguntaron a la canciller Diana Mondino qué podía hacer el Estado ante los aumentos de precios de hasta un 120% en alimentos que están habiendo en los últimos días. Su respuesta: “Nosotros creemos que los precios no los podemos determinar desde el gobierno. Si alguien pone un precio muy caro nadie le va a comprar. Si la gente no tiene plata en el bolsillo no va a comprar”.
Obviemos, ya siendo enormemente generosos en nuestro análisis, que Mondino le está pidiendo a la gente que no compre alimentos… No que deje de ir al cine, sino que no compre A-LI-MEN-TOS. Tengamos entonces la gentileza para con la Canciller de eludir la brutalidad de ese pedido y atengámonos solamente a analizar, tal y como la lógica del libre mercado lo pide, las leyes de la oferta y la demanda. Mondino está eludiendo con su afirmación, un pequeño detalle. Hay pequeños detalles que cuando se omiten con tanta habilidad, uno no puede sino tener la certeza de que no son omisiones casuales sino más bien mentiras causales, bien vestidas, que buscan esconder las verdaderas intenciones de quien las pone en juego. El detalle que omite Mondino es el mercado externo.
La demanda de un alimento, pongamos el arroz como ejemplo, no está compuesta solamente por lo que puede pagar el consumidor argentino, sino también, y esencialmente, por lo que demanda el mundo.
El precio de nuestras góndolas se rige por nuestra demanda, pero sobre todo, por la competencia que tiene nuestra propia demanda con la demanda mundial de un determinado bien o servicio.
¿Por qué, por ejemplo, nuestro arroz se ha encarecido tanto últimamente? Porque desde hace unos meses, India, el principal exportador mundial de arroz, impuso una prohibición en las exportaciones de arroz, tras un aumento de la inflación de alimentos en su país. Cuando India dejó de exportar arroz, el mercado internacional comenzó a buscar arroz en otros países…, entre ellos la Argentina. Entonces, al haber mayor demanda de arroz, el precio de nuestro mercado interno comienza a competir con la cotización exportadora del arroz; precio que es en dólares. Si dejamos de comprar arroz, como pide Mondino, no pasa nada. Porque el mercado externo tiene mucha demanda de arroz, lo compra y en dólares.
Hete aquí el detalle que Mondino y el fundamentalismo del libre mercado omite… Si para el mercado alimentario está liberada la exportación, siempre le va a convenir a las empresas vender afuera, porque cobran en dólares y a mucho mejor precio. La única manera de que el mercado interno pueda competir con el mercado de afuera es recomponiendo salarios y regulando la economía para que las vaquitas no sean siempre ajenas.
Este pequeñísimo detalle que los libertarios viven omitiendo en sus proclamaciones de libertad no es un olvido. Es lisa y llanamente el eje de la discusión… No podemos hablar de libertad si no nos ocupamos primero de construir equidad.
Entonces…, quizás es hora de hacer un sinceramiento…, y que por una vez no sea un sinceramiento fiscal. Cuando nos hablan de volver a esa Argentina de comienzos del siglo XX nos hablan exactamente de ésto. De volver a un modelo de país con una Argentina exportadora, un peso perpetuamente devaluado que regale nuestra mano de obra, en donde hasta la comida sea un lujo que no nos podamos permitir.
O dicho en palabras del mismo presidente Milei, que tengamos “libertad para morirnos de hambre”.