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La gente venía del sur

A 75 AÑOS DE LA HISTÓRICA JORNADA DE OCTUBRE DEL 45
Si se quisiera encontrar, hurgando en nuestra historia del siglo XX, una jornada a la que pudiera adjudicarse el liderazgo en materia de cambio político y social, sería difícil –por no decir imposible– hallar una fecha que supere la importancia del 17 de octubre de 1945.

A comienzos de octubre de 1945, durante el gobierno de Edelmiro J. Farrel, la creciente popularidad de Juan Domingo Perón a cargo de la Secretaría de Trabajo y Previsión–lograda en base a las conquistas sociales que había hecho realidad para la clase trabajadora luego de la prolongada década infame, se produce la renuncia a todos sus cargos públicos y su detención y traslado a la Isla Martín García. A raíz de ello el Comité Central Confederal de la CGT declara una huelga general a partir de la hora cero del 18 de octubre “como medida defensiva de las conquistas sociales amenazadas por la reacción de la oligarquía y el capitalismo”. La iniciativa sindical es, sin embargo, superada por las bases, y desde la tarde del 16 de octubre los obreros comienzan a dejar sus lugares de trabajo. El 17 de octubre miles de trabajadores, principalmente provenientes de la periferia industrial del Gran Buenos Aires, se acercan a la Plaza de Mayo reclamando la presencia de Perón. El gobierno cede finalmente a la presión popular y Perón se traslada a la capital.

 

La gente venía del sur

Sebastián Borro*

El 17 de octubre de 1945 me encuentra cumpliendo tareas en un establecimiento metalúrgico ubicado en Constitución, sobre las calles Luis Sáenz Peña y Pedro Echagüe. Yo tenía entonces 24 años de edad. Mi ocupación era la de oficial tornero mecánico…

En la mañana del 17 de octubre, aproximadamente a las 9, grupos de personas venían desde Avellaneda y Lanús avanzando hacia el centro de la ciudad. Pasaron por la calle Sáenz Peña, observaron que había un taller mecánico (donde trabajaban 130 personas) se acercaron a nosotros y nos dijeron: “Muchachos hay que parar el taller, hay que salir a la calle a rescatar a Perón”.

Las noticias que teníamos en ese momento eran que Perón estaba detenido y que todo lo que se hacía era para rescatarlo. Efectivamente, el taller paró y la gente salió a la calle. Algunos fueron a sus casas. Pero la gran mayoría siguió con los compañeros que venían del sur. Fuimos caminando hacia Plaza de Mayo y habremos llegado aproximadamente a las once y media, porque en el camino íbamos parando los diversos establecimientos de la industria metalúrgica y maderera que había por Constitución.

A esa hora no había tanta gente como la que hubo por la tarde, que cubrió toda la Plaza. En la marcha hacia allí se pintaban sobre los coches, con cal, leyendas como “Queremos a Perón”. También sobre los tranvías. La gente se paraba y reaccionaba a favor de la manifestación que iba a Plaza de Mayo para tratar de cumplir con la idea que tenían los que habían organizado eso. Perón había aplicado leyes nuevas y otras las había ampliado: pago doble por indemnización, preaviso, pago de las ausencias por enfermedad. Eran cosas que antes no se cumplían; hasta ese momento, donde yo trabajaba, no se cumplía ninguna de esas leyes. Le voy a decir más: creo que pocos días antes de su detención, Perón había conseguido un decreto por el que se debían pagar al trabajador los días festivos: 1º de mayo, 12 de octubre, 9 de julio, etcétera. Recuerdo que uno de los patrones nos dijo entonces: vayan a cobrarle a Perón el 12 de octubre (ya estaba detenido). Después del 17 de octubre cobramos ése y muchos días más.

Eran tan reaccionarios los patrones (me aparto un poco del 17 de octubre) que en enero de 1946, estando el capitán Russo en la Secretaría de Trabajo, la empresa en la que yo trabajaba fue citada tres veces. No se había presentado. Tuvo que ser intimado por la fuerza pública a concurrir a la Secretaría de Trabajo, donde algunos de nosotros éramos representantes del personal; no elegidos, porque no había organización gremial, sino porque éramos los más decididos. Uno de los patrones dijo que no tenía tiempo para pagar aguinaldo, vacaciones, a última hora. Le contestaron que la ley 11.729 fue aprobada en 1932. Y que todas las cuentas que no se habían hecho desde entonces había que hacerlas ahora. Efectivamente, el 1º de febrero de ese año cobramos aguinaldo, pagos por enfermedad y tuvieron vacaciones los que quisieron tomárselas.

Siguiendo con el 17, llegamos a la Plaza; cada vez se hacía más entusiasta; había alegría, fervor. Frente a la Casa Rosada empezaron a armar los altavoces. Hablaron distintas personas, el coronel Mercante…, Colom, que fue uno de los últimos oradores, trataban de ir calmando a la gente: pero por cada intervención de los oradores, la reacción era más fervorosa a favor de Perón.

Se decía que venían trabajadores del interior del país. No lo puedo probar. Recuerdo, sí, que era una tarde muy calurosa y la gente se descalzaba y ponía los pies en las fuentes, muchos por haber caminado tanto. Concretamente lo que yo presencié era la gente que venía del sur. Berisso, Avellaneda, Lanús, Lomas de Zamora. A medida que crecía la cantidad, en la Plaza de Mayo aparecían los carteles. Por primera vez yo observaba algo igual: nunca había visto una asamblea tan extraordinaria. Cuando el coronel Perón apareció en los balcones sentí temblar a la Plaza. Fue un griterío extraordinario que nos emocionó de tal manera. Todo parecía venirse abajo.

Unos días antes se decía que Perón estaba gravemente enfermo. Por los parlantes se había anunciado que el coronel Perón se encontraba bien de salud y que estaba en el Hospital Militar. En un momento, Colom dijo, más o menos: “Quédense que vamos a traer a Perón”. Mucha gente gritaba por Perón –quizá por primera vez–sin tener todavía conciencia clara de su actividad. Porque, además, la gran prensa trataba de desvirtuar la figura de Perón. La gente se enteraba a través de los delegados o los activistas pero no por la prensa, que casi en su totalidad estaba en contra. Aunque él había hablado en distintas oportunidades desde la Secretaría de Trabajo. Y se había hecho carne que era un auténtico defensor de los derechos del trabajador.

Nos causó mucho dolor saber que lo habían detenido pero –en lo que respecta a mí y a un grupo de compañeros- sinceramente nos considerábamos impotentes, porque recién estábamos despertando, después de muchos años, en el país. Para otros –quizá- con anterioridad, pero a partir de ese 17 de octubre despierta la conciencia para nosotros. Se hace carne que al pueblo tiene que respetársele como tal, cosa que Perón proclamaba diariamente. De ahí que, si bien nos sentíamos impotentes, podíamos hacer algo: sacar a Perón de las garras de la oligarquía y colocarlo en el lugar que correspondía para que sea permanente una auténtica justicia. Es decir, ese idealismo que teníamos nunca lo habíamos vivido en el país. No creí que iba a haber tanta gente en la Plaza; lo que sí pensaba era que el agradecimiento del pueblo a Perón tenía que ser auténtico. Pero yo no conocía la reacción de la gente, hasta que la viví.

 

Sebastián Borro

(*) Sebastian Borro: 1921 – 16 julio 2005. Un obrero que participó en aquella jornada, produce un relato testimonial que tituló “La gente venía del sur”, publicado en La Opinión Cultural del 15 de octubre de 1972. Defendió con sus convicciones a su querido Frigorífico Lisandro de la Torre, luchando contra su entrega a capitales extranjeros. Electo diputado por la Capital Federal en 1962, en elecciones luego anuladas por Arturo Frondizi. Se reunió en La Habana, junto a Jorge Di Pascuale, con el Che Guevara, en misión encargada por el Gral. Perón al poco tiempo de producida la Revolución Cubana. Miembro del Comando Táctico Peronista y ferviente luchador en contra del Vandorismo, integró la CGT de los Argentinos. Concejal entre 1985–1989. Enfrentó públicamente la política entreguista de Carlos Menem.

 

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