La cultura barrial en los tiempos del Covid
Lo más parecido a los acostumbrados aplausos, grato telón de fondo de los espacios culturales, son, hoy por hoy, los sopapos que recibe la castigada y ausente actividad durante la pandemia. Mario Bellocchio
El cierre de una Casa de Cultura
A fines de noviembre pasado decíamos de la enorme tristeza que causa escuchar la impotencia de poder darle continuidad a lo que erigieron y mantenían con tanto esfuerzo:
“Fue imposible sostener la casa en pandemia, hemos presentado carpetas a todos los subsidios y no salió ninguno”. Quien habla es Florencia, que forma parte de la Casa Cultural Gran Sur.
La casa la mantenía en vigencia la muchachada con gran aporte solidario, en el local de Boedo y Rondeau –a metros de Chiclana– lugar donde tuvo originariamente su sede el café “La Puñalada”. Un café legendario de Boedo que fue refugio del célebre Julián Centeya, poetas y payadores. Hace unos años, cuando el bufido de la express no dio para más, los pibes del barrio se hicieron cargo de la historia, su pasado y su presente y gestionaron la supervivencia que la pandemia se encargó de acorralar. Hoy no solo no pueden darle continuidad sino que las deudas los obligan a parar y enfrentarlas.
“Desde El Gran Sur, no pensamos en buscar otro espacio, la verdad que es imposible pensarlo ahora. Sí continuaremos sosteniendo el espacio de la olla popular que nació con otros colectivos y sostuvimos todo el año en nuestra casa, que ahora se hará en Casa Cultural Víctor Jara (24 de noviembre 2273). Agradezco la lectura, perdón lo escueto”.
A comienzos de abril escribía Emilio Zakim de “La Madriguera Espacio Cultural”: “Estimadxs amigxs, este viernes 2 y sábado 3 de abril entre las 11 hs y las 19 hs nos estamos despidiendo de nuestra sede actual de Av. Boedo 965. Lamentablemente el dueño y su martillero de Boedo y Carlos Calvo decidieron no renovarnos el contrato luego de pedirnos un aumento del 76 por ciento, el cual luego de negociar un par de meses terminamos aceptando. La verdad les deseamos lo mejor y esperamos no tener que padecer más sus amenazas y modos hostiles.
Si queremos agradecer el apoyo de todxs los que se acercaron el fin de semana y en especial a Tere, de Escuela Tema, que también está transitando una situación particular.
Los esperamos con música en vivo ambos días a las 17 hs. Disculpen lo tardío del mail, frente a la urgencia de tener que dejar la casa no queríamos dejar de organizar una despedida en la calle aunque sea de esta manera relámpago”.
En esos mismos días me llega la novedad de que Teresa Fleck está haciendo las valijas de su legendaria Escuela Tema. La escuela donde se ha educado musicalmente medio Boedo y adyacencias desde hace más de treinta años, solfeando el adiós. Quiero saber qué hay de cierto y le escribo:
“Hola Tere: Lamento la circunstancia pero alguien que está desde 1989 en estas lides hace ruido aunque quiera irse en silencio. La peste me inhibe de andar por ahí. Contame que hay de cierto sobre la triste noticia de la partida . (Para mí un hasta pronto, dejame ilusionarme) Te mando un abrazo solidario. Mario.”
“Querido Mario… Qué lindo leerte y agradezco tus solidarias palabras. Lo cierto es que vengo peleándola desde la era Macri. Pero esta segunda pandemia hizo lo suyo. Hasta ahora sigo en la sede pero sin actividad presencial, imposible por los protocolos, pero sigo con algunas actividades virtuales.
Voy a cerrar y mando todo a Avellaneda a un depósito con la esperanza de, en algún momento de esta vida, hacer renacer TEMA, en otro espacio, tal vez. No he difundido y he estado en silencio, esperando… ¿¿¿qué??? Pero he luchado toda mi vida y soy una guerrera, el tiempo me compensará este impasse…
Los dueños han sido benévolos, por suerte, pero ya es tiempo…
Gracias Mario querido por escribirme.
Abrazos para ti y tu compañera… Tere”.
Conscientes de que desde aquí la labor se reduce a la expectante “botella al mar”, la lanzamos con la esperanza de que los náufragos de la pandemia tengan una voz (¡alta!) que les permita hacer saber a las patrullas de rescate del alud que ahí están con vida, latentes y ansiosos, aguardando que pase esta maldita tormenta.