Hoy –no pudieron– hoy
Por Mario Bellocchio
El oficialismo trató –vanamente– de aprobar a como diera lugar la ley de reforma previsional
En mi vida –que no es corta– vi algo igual.
La provisión logística y de armamento dispuesta para la represión supera todo lo imaginable. En el día previo, la exhibición obscena –en patética caravana– de vehículos blindados, carros hidrantes y tropas de choque pretende la intimidación. No la logran.
Hoy, desde la madrugada, el campo de batalla se prepara, desde el lado oficial, con una parafernalia bélica que, juro, no ví ni siquiera durante el Proceso. De algún modo es la palmaria evidencia de que lo que pretenden defender es indefendible a través de la argumentación.
La cuerda se tensa con las horas del mediodía. Una línea de vallas infranqueables de características similares a las que aíslan Puerto Madero para las reuniones de la OMC, hacen de los alrededores del Congreso –palacio legislativo incluido– un leprosario militarizado inexpugnable al que sólo tienen acceso seguro los diputados oficialistas.
A las 14, la hora señalada para la iniciación de la sesión donde se pretende legalizar la vejación ancianos y desvalidos, el oficialismo no cuenta con el quorum necesario de 129 legisladores –están, según información de fuente confiable, en 125–. A las 14.30, pasada la tolerancia reglamentaria de media hora, se emite la prórroga legal de 10 minutos, pasada la cual se debe levantar la sesión.
En la calle se avecina el caos. Los grupos de avanzada de las izquierdas tradicionales hacen punta con sus pancartas a 50 metros del vallado, precedidos por los “dudosos” lanzapiedras de siempre. Sobre Paraná esperan para avanzar los gremios. Es la hora de iniciación de la sesión, comienza la manifestación de repudio. Los recibe una lluvia de gases que dispersa momentáneamente y retrasa las primeras líneas de manifestantes. La parafernalia represiva en su apogeo no escatima balas de goma, gases y agua coloreada con presunto objeto identificatorio que nunca se lleva a cabo –no vaya a ser que se encuentren con representantes, infiltrados, de la propia tropa–.
Según Myriam Bregman –diputada porteña por el PTS/Frente de Izquierda–, mágicamente, faltando segundos para caducar el plazo, se reúnen las 129 bancas ocupadas, “no sabemos si con un ‘diputrucho’, como ya ha sucedido”. “Queremos saber los nombres de los 129 legisladores que dicen que estaban presentes” –manifiesta. A su vez Agustín Rossi, presidente del Partido Justicialista y Diputado Nacional por la Provincia de Santa Fe, sostiene que “nunca reunieron el quorum” y apoya la teoría de Bregman en lo relativo a exigir la identidad de los presentes.
A la calle llega la información de inmediato y el climax grupal se reduce a los intentos individuales y de pequeños núcleos. Las fuerzas represivas los mantienen a raya y se dedican a dispersar a los que aún permanecen reunidos.
Llegó “la hora de los perejiles”. Ahora la cacería se dedica a algunos audaces sueltos que creen poder con Goliat sin siquiera tener la honda. Y lo peor, los que quedaron yirando sin comerla ni beberla pero que pasan a ser material seguro y cómodo para llenar planillas de “detenidos por desorden y resistencia a la autoridad”.
Por hoy, el expolio no se legaliza.
¿Sólo por hoy?
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