Tocamos Fondo
Por Mario Bellocchio|
Prat-Gay anunció que “se volverán a aceptar las auditorías anuales del Fondo Monetario Internacional”. El gobierno de Néstor Kirchner había cortado con tan riesgosa dependencia liquidando la deuda con el FMI quien ahora regresa a monitorear la economía.
Todo vuelve (para atrás). La maldición de Malinche (1) otra vez en vigencia: los muchachos del Fondo controlando a los que pretenden ir al frente.
El Fondo Monetario Internacional retorna al control de la economía nacional –según lo manifestó Prat-Gay– después de diez años de ausencia forzada, dada la independencia económica que había logrado Néstor Kirchner al pagar la deuda que la Argentina sostenía con esa institución financiera.
El conservadurismo macrista pone en vigencia uno de sus pilares restauradores: el retorno del FMI. Pretende con ello lograr simpatías en la cueva de Alí Babá de Davos y agitarlo como bandera. Una carta de recomendación al poder financiero mundial donde lo aguardan las calificadoras de riesgo para, seguramente, movilizar el amperímetro de la aceptación en el selecto club de los tercermundistas obedientes y dispuestos a consentir la sodomización con el coro cipayo autóctono vivando el “ascenso” al primer mundo.
“El Fondo Monetario Internacional concentra la representación institucional de ese poder. Es el vehículo a través del cual se manifiestan los intereses económicos de los países centrales, sus multinacionales y financistas –con Estados Unidos a la cabeza–, estableciendo alianzas al interior de los países con otros sectores concentrados del capital para imponer condiciones al resto de la sociedad” (2).
En enero de 2006 –se cumplen 10 años– Néstor Kirchner ordenó la liquidación de los 10.000 millones de dólares que se le adeudaban al FMI para liberarnos de la pesada carga que hoy retorna. Así se pudo logar la necesaria independencia para estatizar las AFJP –aquel asalto armado a los jubilados–, YPF y Aerolíneas Argentinas, por nombrar los logros más representativos. La reforma de la Carta Orgánica del Banco Central también fue posible merced a la rotura de cadenas con el Fondo y con ello la toma del control independiente de la economía que tantas satisfacciones nos diera durante la década pasada cuando se pudo establecer planes como el Repro para pagar una porción de los salarios a los trabajadores de empresas en crisis; ampliar el déficit fiscal para que el Estado saliera en rescate del sector privado frente a shocks externos; Precios Cuidados; imponer barreras a los capitales golondrina; obligar a bancos y compañías de seguros a financiar a las Pymes y a la economía real –disposición que acaba de ser anulada por decreto–; protección a la industria nacional frente a los productos importados; desendeudamiento del Estado; más de 70 leyes sobre derechos laborales… “La enumeración de medidas es mucho más extensa y abarca prácticamente todos los campos, porque un proyecto de desarrollo nacional basado en su aparato productivo, el avance tecnológico y el consumo popular involucra una agenda que va en sentido opuesto a lo que representa el FMI” (3).
Alfonso Prat-Gay sostiene que no tiene nada que ocultar de manera que un monitoreo del Fondo nos favorece ante el mundo financiero. Y es verdad: Prat-Gay, y en consecuencia nuestra economía, transita actualmente por los caminos de dependencia que el FMI avala. Se viene al galope un acuerdo de financiamiento del propio Fondo bajo la excusa de que las tasas que cobra son muy convenientes y ¿¡cómo vamos a desaprovechar la oportunidad!? Y si el FMI se convierte otra vez en prestamista, a estas auditorías anuales del Artículo IV de su carta orgánica, ahora pactadas, se agregarán las revisiones trimestrales del acuerdo de financiamiento. Y volveremos a las visitas de los tecnócratas de los (mal) recordados 90’s, similares a las que reciben los griegos que malvenden sus ruinas para liquidar las deudas.
Del desendeudamiento al reendeudamiento, un nuevo culebrón, con la participación especial de “la herencia del riojano”, una banda de delincuentes financieros dispuestos a todo –urnas y credulidad popular mediante– a costillas de las grandes masas populares.
1. La maldición de Malinche expresa la renuncia secular de los pueblos latinoamericanos por la herencia propia y la aceptación a ojos cerrados de todo aquello que venga de afuera.
2 y 3. Cufré, David. El paso necesario del proyecto neoliberal. Página 12. 21/1/2016