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“Es un monstruo grande y pisa fuerte”(1)

CRÓNICAS POÉTICAS DEL TERCER MILENIO. Muestrario de hechos verídicos, otra mirada sobre los tiempos presentes para los habitantes del futuro.

Opinadores seriales brindan lecciones de estrategia militar en redes y pantallas. Por José Muchnik
Febrero 2022

Estimados habitantes del futuro y también del presente, nada original, todo se repite, nada se repite, catapultas y bombas, guerras y batallas, siguen ritmando Historia. La de 100 años, la del Peloponeso, la del Opio, Lepanto Termópilas Constantinopla Waterloo Stalingrado Malvinas… Me queda un poco de memoria, no hace falta Wikipedia, vuelven solos, trágicos timbales en desorden. Guerras con sus casas en ruinas, cadáveres al azar, tumbas anónimas, llantos huérfanos, rutas del exilio… Ahora Ucrania, 24 de febrero del año 2022, estalla en el rostro de una humanidad que se cree civilizada. No tenía ganas de hablar del “tema”, todo el mundo habla del “tema”, los analistas geopolíticos se multiplican como mosquitos de humedal. El director del diario me recuerda que febrero es un mes defectuoso ¿Nació con dos días menos? ¿Se los robaron en la clínica? Pasan cosas de no creer. Josecito, ya vence el plazo para la crónica de febrero ¿Qué decir? Podría sumar mi lamento a las desgracias climáticas, zozobra de osos polares, inundaciones en Australia, incendios en Corrientes, plegarias de yaguaretés… No tengo ganas de hablar de la guerra, trae recuerdos dolorosos, mis padres dejaron Ucrania en los años veinte del siglo veinte. ¿Qué puede decir este poeta boedónico frente a tamaña tragedia? En TV y en radio alertan “Siga minuto a minuto la guerra de Ucrania” La prensa ofrece impudicias sin vergüenza, como si fuera un campeonato mundial de salvajismo, Audimat los recompensa. Opinadores seriales brindan lecciones de estrategia militar en redes y pantallas. No puedo hacerme el boludo aunque sea una de las pocas cosas que sé hacer bien.

Comencemos entonces por el comienzo, estas crónicas no son “geopolíticas” sino “geopoéticas”, tratan de cultivar poesía en esta tierra, entre inocencia asesinada y muñecas abandonadas, cultivar lo humano entre garras y colmillos. Mi primer libro de poemas, publicado a cuenta de autor en Costa Rica, hace unos cuarenta años, bajo el pseudónimo de Pablo José, se intitulaba “Quince poemas por la paz”.“¿Por qué la guerra? / Columnas de ojos partidos / vienen marchando / desde antes que la historia sea / ¿Por qué siempre / ese rojo resplandor / amanecido entre las uñas? / No sé / Tal vez / porque dos más dos / nunca fueron cuatro / tal vez / porque la luna es un sueño / que jamás ha existido / o tal vez / nos deslizamos / hacia la era / de los trapecios luminosos / donde bases y alturas / sólo saben / el signo de las preguntas”.

Lamento desilusionar a más de una / uno. Los que esperan pronunciamientos guerreros abstenerse de lectura. No defiendo ni justifico al zar de todas las Rusias, que pretende vestirse en liberador de un pueblo oprimido por el nazismo. Que hay nazis en Ucrania, nadie lo duda, como hay en Usa, Francia, Alemania… Pero seamos claros Vladimir, el invasor eres tú, nada justifica el bombardeo a mansalva de pacíficas poblaciones, la matanza de inocentes. Tu nacionalismo ruso alimentará otros nacionalismos, en las guerras pierden los pueblos. Pueblo ucraniano, pueblo mártir, paga la disputa entre las ambiciones del nuevo Zar y el imperio “neoliberal” en decadencia.

No defiendo / justifico a la OTAN ni a Big Brother, su pretendida defensa de la Democracia, su imperial arrogancia, sus conquistas y guerras en defensa del “Mundo Libre”. En América Latina tenemos suficiente experiencia en la materia ¿Cuántos marines bombas metralla dejaron caer, para sostener socios a la altura de sus intereses? Los pueblos saben; desde el Río Bravo hasta el estrecho de Magallanes podéis escuchar las huellas del dolor. También podéis preguntar en Irak sobre las falsas armas de destrucción masiva, los terribles resultados de la invasión que también se pretendía liberadora.

No defiendo / justifico a la Unión Europea, su hipócrita defensa de los derechos humanos, mientras cierran los ojos frente a miles de exiliados sirios, afganos, eritreos, malíes…, que se ahogan diariamente en “sus mares”. No tuvieron suerte, ellos no son tan humanos, no son rubios de ojos azules como los que están llegando de Ucrania. El racismo surge con naturalidad en elementales comentarios “son gente como nosotros, civilizada, que desean vivir en democracia”. La guerra es reveladora, pone al desnudo negros sentimientos y culitos rosados. Recordad: “Raza sólo es la túnica / que cubrió un día / el canto de la sangre / Todos venimos / del mismo enigma”.

No defiendo / justifico las sanciones ni la fobia anti-rusa que diseminan con “naturalidad” los “defensores de la libertad”. Clausuran medios de prensa, lanzan cazas de brujas, sus tribunales de inquisición atacan artistas, músicos, poetas, deportistas… Confiese, confiese públicamente, firme la confesión, no confiesa, despedida / despedido… Campañas de humillación y denigración… ¿En nombre de quién? ¿Del mundo libre civilizado? No gracias, ése no es mi mundo ni mi civilización.

Ché rusito, nada te viene bien, vos sí que aprendiste a gambetear en una ferretería, estás contra todos y listo. Así parece Mario, no es fácil rechazar todos los pescados podridos que pretenden vendernos, decir que las cosas no son blanco o negro, seguir buscando pescado fresco. Estoy contra la guerra Mario, no porque defienda un pacifismo aromatizado a la bergamota. Estoy contra la guerra porque “es un monstruo grande y pisa fuerte”, estoy contra la guerra, el racismo, los nacionalismos estrechos… porque mientras hagamos guerras para resolver “nuestros conflictos” seguiremos en la prehistoria de la humanidad. Por eso me entristecen estrategas  y analistas que ofrecen callejones binarios sin salida, justifican la campaña guerrera del Zar para defenderse de la OTAN, o defienden el intervencionismo guerrero de la OTAN y su campaña anti-rusa. Quiero que salgamos del túnel Mario, quiero que encontremos una puerta verdadera, una puerta que permita caminar hacia nuevos horizontes y futuros. Esto no va más amigo, recalentamiento climático, catástrofes ecológicas, economías oligárquicas… Quiero vida, tan sencillo como eso, la existencia misma del ser humano está en peligro, más allá de razones políticas y patrióticas fronteras. El progreso tecnológico fue expropiado por una élite dirigente, la sociedad de la información y del control está aniquilando nuestros espacios de libertad.

Está bien Josecito, está bien, calmate un poco. Disculpá que me embale, pasa que ahora el gran dilema que se plantea es cómo evitar un conflicto devastador, mientras los señores de la guerra “disuaden” con botones nucleares, no habrá poemas atómicos para cantarlo. Antes de terminar te quería decir que cuando me llamaste “rusito”, me vino una avalancha de sensaciones. Así me llamaban muchos en el colegio, así llamaban en Argentina en esa época a los judíos, “ruso” “rusito”, a veces de modo afectivo, a veces de modo peyorativo, en ese caso replicaba “ruso el que te la puso”. Mi viejo era ucraniano, nacido en un “shteitl”(2), 200 km al sud-oeste de Kiev. Por eso esta puta guerra me duele, no es sólo la humanidad que repite su tragedia, son historias familiares que reviven. En 1919 se salvó de un pogrom(3) en su pueblo (Monastyrychtche), su madre y su hermano no se salvaron, los encontró degollados en casa. Luego de un año de peregrinaje pudo embarcar para Buenos Aires en el puerto de Marsella. Al cabo de un tiempo instaló la “Ferretería don Miguel” en Boedo. Sorbiendo mates me decía, no te imaginás lo que vale un país donde podés vivir en paz, la guerra es terrible. Con los años uno comienza a escuchar a los padres.

 

[1] León Gieco en “Sólo le pido a Dios”

2 En Yiddish «Shteitl» pequeños poblados judíos en Europa del este.

3 Pogrom del ruso «pogrom»: destrucción, saqueo. Palabra difundida a partir de fines del siglo XIX para designar específicamente a la matanza de judíos.

 

 

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