El Teatro del Pueblo deja la Diagonal
El Teatro del Pueblo se muda pero no enmudece. El histórico teatro fundado por Leónidas Barletta en 1930 deja la sala, ya tradicional, de Diagonal Norte 943
El Teatro del Pueblo se muda pero no enmudece. El histórico teatro fundado por Leónidas Barletta en 1930 deja la sala, ya tradicional, de Diagonal Norte 943 –donde lleva casi ochenta años de permanencia– y se traslada a Lavalle 3636. Tan simple decirlo como traumático llevarlo a cabo. El Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos, propietario del lugar desde 1994 –año en que se pudo recuperar el nombre original de Teatro del Pueblo– necesita el espacio y se llegó a un acuerdo para su desalojo. Bernardo Carey, integrante de la Fundación Carlos Somigliana1, a cargo de la dirección artística del teatro, cuenta al respecto: “…ya elegimos una nueva sede, donde ahora funciona el teatro La puerta Roja, en Lavalle 3636. Tenemos un año para juntar los fondos para comprarlo. En eso estamos metidos y para el jueves 21 –de septiembre de 2017– se organizó la Noche del Teatro del Pueblo, con la solidaridad de la Asociación de Empresarios Teatrales. Lo que recauden algunas obras de teatros comerciales2 , sumarán fondos para nuestro objetivo”3.
Carey no lo menciona con precisión pero describe una situación que crea expectativas en Parque de los Patricios: “(…) al mismo tiempo estamos tratando de recuperar el Cine Teatro Urquiza, en la Avenida Caseros 2826. De bella arquitectura de época, fue inaugurado el 20 de mayo de 1921. Amplio, confortable, siempre ofreció a los vecinos música, cine y teatro populares…, a Carlos Gardel, a Aníbal Troilo y a la gran Tita Merello en su ancho escenario. Lo que pedimos es que se preserve de acuerdo a las ordenanzas vigentes. Y los ediles de la Ciudad deben convertirlo en monumento histórico. Si no, una nueva vez, una sala teatral se va a transformar en un supermercado o un garage…”4.
Los orígenes del Teatro del Pueblo
Es cuando el sector cultural que no está ligado a las estructuras oficiales necesita crear instrumentos de expresión, se siente cercado, estamos ante una dictadura. Como alguna vez se creó Teatro Abierto años después. Pero Teatro Abierto fue un fenómeno diferente, momentáneo, un movimiento multitudinario de expresión. El teatro independiente, en cambio, estaba constituido por lugares donde se instalaban grupos de trabajo para hacer una tarea cultural por años, como lo hicieron…, y además, donde iban los pintores, los poetas… Eran auténticos centros culturales.
La verdadera definición de teatros independientes es una síntesis, porque significa “teatros independientes de los empresarios y del Estado”. Eran independientes de las dos franjas, digamos –como vos señalabas– teatro comercial por un lado, teatro oficial por el otro. Por supuesto que había grupos anteriores al Teatro del Pueblo, pero lo que Barletta hizo a fuerza de talento, tozudez y continuidad, fue convertirlo en un hecho exitoso. Pero aparte, no sé si Barletta con toda la conciencia lo previó, era importante instalarse en un espacio céntrico, tener un lugar y un elenco estable. Y a partir de eso, con una actitud –sobre todo– ética, mantenerlo como un foco permanente de teatro y de cultura.
Carey acerca precisiones: “El Teatro del Pueblo fue el primero independiente de América. Fundado en noviembre de 1930 por un grupo de artistas liderados por Leónidas Barletta, tuvo muchas sedes: empezó en una lechería, tanto que hay una aguafuerte de Roberto Arlt, que lo recuerda jocosamente. (…) de la lechería pasó a una sede en la calle Corrientes. Y luego fue yirando de sede en sede, hasta que el Concejo Deliberante porteño de los años ’30, le entregó el solar donde hoy está el teatro San Martín. (…) Pero en la década del ’40 decidieron construir el actual edificio y le dieron una patada a Barletta… Aunque también le dieron un subsidio lo suficientemente grande como para trasladar el Teatro a otro sitio y lo llevó a Diagonal Norte 943 (…) ahí funcionó hasta la muerte de Barletta, en 1975”.
Completa la referencia el relato de “Tito” Cossa: “Cuando muere Barletta, en 1975, el Teatro del Pueblo prácticamente se paraliza, lo que demuestra que él era el artífice, no sólo el líder sino el artífice. Quedaron como sobrevivientes y dueñas del edificio tres actrices: Josefa Goldar –su mujer– y las hermanas Celia y Rosa Eresky. Ellas evidentemente no podían seguir sosteniendo ese teatro y se abrió la posibilidad de que nosotros –un grupo de autores y directores– siguiéramos al frente de la sala conformándose lo que se llamó el Teatro de la Campana –por el “hombre de la campana” como lo llamó Raúl Larra–. Josefa Goldar no quiso dar el nombre de Teatro del Pueblo argumentado que era una etapa terminada. Cuando murió Josefa Goldar, el grupo que tenía el teatro fue disgregándose, no lo pudo sostener y aparecimos nosotros, los seis autores y el IMFC que compró el edificio, lo rehizo y, con aportes nuestros también, lo refaccionó con las dos salas como están ahora (2002). Hablando con las hermanas Eresky conseguimos su aprobación para restituir el nombre de Teatro del Pueblo. Heredar ese nombre, ese emblema, era muy importante, fundamental para nosotros. Hace algo más de una semana (agosto de 2002) falleció Rosa Eresky quedando sólo Celia. Una particularidad: las hermanas Eresky nunca trabajaron bajo otro ámbito que en el Teatro del Pueblo, con Barletta”.
“¿Cuál es su legado? Para nosotros fue esencialmente un maestro que nos dejó sus hojas combativas –yo a Propósitos lo devoraba como el pan, era una necesidad– sus cuentos que realmente me encantan. Y después estar ahí en ese lugar que él creó, que mantuvo con hostilidad, habiendo sido cercado, con atentados y luchas que no cesaron ni después de su muerte. (…) sentimos la presencia de Barletta como un respaldo ético que continúa”.
En qué estamos hoy
Para el Teatro del Pueblo la actualidad se mueve en la contradicción de la zozobra de una mudanza en tiempos difíciles y la oportunidad que ofrecen todos los comienzos de etapa.
Bernardo Carey, consciente de la tarea que tienen por delante, traza un panorama del teatro al que dio origen la irrupción de Barletta allá por 1930. Lo ve con la digerida experiencia y la sana ambición de la expectativa: (…) “en Buenos Aires existen más de 300 salas independientes, lo que es una enormidad. Las salas se constituyeron como pudieron, en un salón, en un galpón, en un living. Y tuvieron distintas facetas. Esto que parece una acumulación cuantitativa, creó un cambio cualitativo. Mejoraron las selecciones de los repertorios, mejoró la actuación y la dramaturgia. Y sigue evolucionando a pesar de que las condiciones que nos brinda la sociedad no son las mejores”.
El Teatro del Pueblo –padre– observa a sus hijos con orgullo y continúa en nueva sede con el esfuerzo, aunque la casa familiar ya sea un recuerdo.
(1). En 1994 crean la Fundación Carlos Somigliana y asumen la dirección artística del teatro, Roberto “Tito” Cossa, Carlos Pais, Marta Degracia, Roberto Perinelli, Bernardo Carey y Eduardo Rovner.
(2). Bossi, Master Show; Casados SIN hijos; Dios no existe, acabo de conocerlo; Doble o nada; I.D.I.O.T.A.; La puerta de al lado; Los Vecinos de Arriba; Que mundo idiota; Sugar; Toc Toc; Todas las canciones de amor; Un rato con él; El Padre / Strindberg y otras.
(3). Bernardo Carey; “El show debe continuar”; en Tiempo Argentino; domingo 17 de septiembre de 2017.
(4). (N. de la R.: el Urquiza viene de una experiencia supermercadista).
(5). Roberto “Tito” Cossa es uno de los dramaturgos más importantes del teatro argentino, creador de la Fundación Carlos Somigliana que permitió la continuidad de la obra inicial de Barletta. entrevista de Mario Bellocchio para Desde Boedo (24 de agosto de 2002).
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