El siglo del Barolo
Un 7 de julio de hace 100 años (1923), el nuncio apostólico monseñor Giovanni Beda Cardinali bendecía las instalaciones de uno de los edificios más bellos y enigmáticos de la ciudad conocido como el Palacio Barolo (Av. de Mayo 1370). Mario Bellocchio
Luigi Barolo era un acaudalado productor agropecuario de origen italiano que había llegado en 1890 a nuestro país y amasado una inmensa fortuna a partir de sus cultivos de algodón en el Chaco, sus hilanderías y la importación de tejidos.
Allá por el Centenario conoció a su paisano, el arquitecto Mario Palanti (1885-1979). Ambos compartían su devoción por Dante Alighieri así que a Barolo no le costó mucho convencerlo de construir su mausoleo en la Argentina –sustituto del de Ravenna, que guarda sus restos en Italia– ya que pensaba que Europa sufriría numerosas guerras que destruirían todo el continente.
Privilegios
Algunas reflexiones sobre la excepcionalidad otorgada por sus dimensiones al Barolo ya que superaba en casi cuatro veces la altura reglamentaria permitida entonces para la Avenida de Mayo.
Mientras este otorgamiento dio curso, como excepción, a la erección de una reconocida joya de la arquitectura mundial, paradójicamente, años más tarde, sirvió de antecedente para un nuevo permiso a otra edificación de más de cien metros de altura, la Torre HSBC o Torre La Buenos Aires (hoy Torre Patagonia), el adefesio plano y descafeinado que destroza la continuidad edilicia en la Avenida de Mayo al 700.
Ya entonces se movilizaban los intereses inmobiliarios reclamando excepcionalidades, porque no podemos dejar de advertir el interés oficinesco del emprendimiento edilicio sobre la –entonces– más importante avenida de la Ciudad, a pasos del Congreso y con ¡el subte! a sus puertas. Así que movilizadas las influencias se consiguió que el intendente Luis Cantilo –el Larreta de aquellos tiempos– aprobara, como excepción, el comienzo de obras en 1921 a pesar de sus dimensiones.
El edificio mide, hasta el punto más alto de la cúpula, 90 metros, llegando a los 100 con el gran faro giratorio original de 300.000 bujías (la reconstrucción del Bicentenario tiene solo 5000 bujías) que lo hacía visible desde Uruguay. Una usina propia lo autoabastecía de energía. En la década de 1920, esto lo convertía en lo que hoy se conoce como “edificio inteligente”.
Palanti, las evidencias lo certifican, tenía, a pesar de las coincidencias con Barolo en el homenaje al autor de “La Divina Comedia”(1), otros “intereses” en la obra. No en vano podían cuantificarse las 24 plantas –22 pisos y 2 subsuelos–, donde se ubicaban los amplios espacios dedicados exclusivamente a la renta.
Desde aquel entonces existen 2 montacargas y 9 ascensores, dos de los cuales están enigmáticamente ocultos ya que se usaban solo para las actividades comerciales de Luigi Barolo.
La mercadería de Luigi Barolo ingresaba a los depósitos del edificio por medio de los montacargas ubicados en el acceso de lo que hoy es Hipólito Yrigoyen, hacia los dos subsuelos, de 1.500 m2 cada uno. Se dice que Barolo utilizaba los ascensores ocultos para desplazarse desde sus oficinas en planta baja, 1° y 2° piso, hasta los subsuelos, evitando el contacto con sus inquilinos, que ocupaban las dependencias desde el tercer piso hasta el 22º. (2)
Aquellas referencias a La Divina Comedia
- L’aiuola che ci fa tanto feroci,
- volgendom’ io con li etterni Gemelli,
- tutta m’apparve dà colli a le foci;
- poscia rivolsi li occhi a li occhi belli.
- Paraíso, canto XXII, 151-154.
El arquitecto Mario Palanti no solo era un devoto admirador de Dante Alighieri sino también un estudioso de La Divina Comedia y quizás en virtud de acuerdos con Luigi Barolo relativos al traslado del sepulcro del Dante a Buenos Aires, llenó el Palacio con referencias a su obra.
La planta del edificio está construida en base a la sección áurea y al número de oro (simbolizado por la letra griega (Pi)) citados con frecuencia en La Divina Comedia.
El arquitecto Carlos Hilger detalla los vínculos del edificio con la obra del Dante.
“La distribución del edificio está basada en la métrica de ‘La Divina Comedia’ del Dante. En arquitectura esto se conoce como un Danteun.
El edificio se divide en dos bloques, con 11 oficinas por bloque en cada uno de los niveles. El número restante, el 22, responde a la métrica utilizada por Dante en los 100 cantos.
En el pasaje central, el palacio cuenta con 9 bóvedas de acceso que representan al infierno: para Dante, este no era un fin teológico, sino el punto de partida en las etapas de iniciación emprendidas para la llegada del Paraíso.
Las 9 bóvedas se dividen, desde el centro, de la siguiente manera: tres hacia la Avda. de Mayo, tres hacia Hipólito Yrigoyen; la bóveda central se extiende hacia la cúpula, y las que contienen las escaleras hacia los laterales.
Cada una de las seis bóvedas transversales, así como las dos laterales, contienen inscripciones en latín, y se pueden distinguir catorce citas que pertenecen en total a nueve obras distintas, manteniendo así, el número que se repite a lo largo de la Divina Comedia. Algunas de ellas pertenecen a Virgilio, otras a escrituras bíblicas. ‘La letra mata, el espíritu vivifica’, y ‘está fundada sobre piedra firme’, dan testimonio del sentido espiritual con el que fuera construido el edificio, determinando su carácter y función: un templo laico que promueve las artes liberales.
Entre las bóvedas transversales sobre las columnas, se ubican cuatro lámparas sostenidas por cuatro cóndores y dos dragones, un macho y una hembra, que representan los principios alquímicos, el mercurio y el azufre, y sus atributos.
La bóveda central se encuentra sobre un punto de bronce en el que se ubicaba, originalmente, una estatua de un cóndor con el cuerpo del Dante elevándolo al paraíso. El actual propietario de la pieza es un coleccionista marplatense que se niega a venderla a los propietarios del edificio.
Las características de la obra, el cuidado estético de los detalles, los materiales empleados, provocaron, desde el comienzo, cierta perplejidad. Y la ecléctica mezcla de estilos dio lugar a la imaginación que, humor mediante, asumía el periodismo de Caras y Caretas calificando a la obra de castillo de arena, quasi gótico veneciano y hasta la zafada caracterización de estilo “remordimiento italiano”.
Palanti incluyó otras revolucionarias ideas en su obra a la que infundió un sentido celebratorio de la inmigración hacia la Argentina, una inusitada variación de las dimensiones de los lotes, eliminando el parcelamiento tradicional de pequeñas unidades rectangulares, la estructura de hormigón –los rascacielos neoyorquinos de la época tenían estructura metálica–, bowwindows –hasta entonces usadas casi con exclusividad por los petit-hoteles residenciales– y el empleo de una planta-tipo de oficina, acorde a las necesidades de la circulación vertical.
Estas mismas características las reitera en el palacio Salvo, Plaza Independencia 848, Montevideo, Uruguay, de algún modo considerado un edificio gemelo del Barolo, aunque con algunas características distintivas.
En la imaginación de Palanti, los dos grandes faros que coronan a ambos edificios producirían un mensaje lumínico de bienvenida a los visitantes extranjeros que llegaran en barco al Río de la Plata.
Desde el Barolo, en 1923, se anunció a la ciudad el resultado de la histórica pelea de boxeo entre Luis Angel Firpo y Jack Dempsey por el título mundial de peso pesado que se realizó en el Madison Square Garden de Nueva York.
El color blanco indicaría el triunfo del norteamericano y el verde, anunciaría como ganador al representante local.
Firpo saco de ring a Dempsey y el faro se encendió de color verde. El norteamericano estuvo 19 segundos fuera del ring, pero volvió a subir nueve segundos después de los diez reglamentarios, y noqueó a Firpo: el faro, luego de unos minutos, volvió a encender de color blanco. No se había fijado un color para el tongo*.
(*) Tongo: engaño, fraude en el resultado de una votación u otra cosa. V. g.:“hubo tongo en el encuentro de box”.
El Palacio Barolo fue declarado Monumento Histórico Nacional en 1997.
(1) La Divina Comedia es una obra Dante Alighieri que refleja el peregrinaje del ser humano en busca de “la Luz”, es el descubrimiento del hombre hacia Dios, con la ayuda de la razón (Virgilio) y de la fe (Beatrice). El poema es una epopeya religiosa que narra con realismo un viaje, es un canto a la humanidad hoy considerado como una obra maestra de la literatura de todos los tiempos.
(2) Este fragmento de la historia de Luigi Barolo, sin embargo, parecería desviar este relato hacia los movimientos de su industria que, lógicamente, lo sobrevivió, ya que su misteriosa muerte en fecha no precisa testimonialmente, se habría producido antes de la inauguración del edificio, en 1922. “Su muerte es un misterio y en el Barolo cuentan diferentes versiones, desde envenenamiento por un miembro de la familia a suicidio por problemas en la habilitación del edificio debido a su gran altura.(…) Este es tan sólo uno de los tantos mitos alrededor del Barolo, uno de los edificios más importantes y enigmáticos de Buenos Aires”. (Palacio Barolo: enigmas y mitos de un hito de la arquitectura argentina. By Mora Violante. 17 mayo, 2019)
Otros datos de la nota fueron consultados en la página Web https://palaciobarolo.com.ar.
Las fotografías de la galería del Palacio pertenecen al autor de la nota. Las de Palanti, Barolo y la vista aérea son originariamente de AGN y la de la cúpula pertenece a la Fundación Los Amigos del Palacio Barolo