El sánguche de la discordia
Es hora de quitar las viandas escolares de las ávidas manos de los medradores del hambre. Mario Bellocchio
Es la eterna historia de una “concesión anunciada” –quiero tener un millón de amigos, decía Roberto Carlos– por la friolera de $50.055.347.712, vale decir, más de 50 mil millones de pesos.
En este Buenos Aires larretiano donde lo que es negocio se privatiza y lo estatal –impuestos– cae en la desmesura, el servicio de comedores escolares está concesionado a 19 empresas inventadas al efecto, que se encargan de preparar un promedio de 210.000 “desayunos” y 113.000 “almuerzos” por día para les estudiantes que concurren a la escuela pública. El encomillado no es ocioso. Con solo observar el aspecto externo desprovisto de todo atractivo apetitoso –sin hablar de los inexistentes valores nutricionales, mínimamente exigibles– la provisión de los concesionarios dista de ser satisfactoria.
En las licitaciones, a partir del desmesurado valor del pliego (795 mil pesos no restituibles) todo es expulsivo para los “audaces” que intenten competir con los “amigos del poder”. Dentro de los requisitos con mayor puntuación, se encuentra que la empresa ya sea proveedora del GCABA y, más aún, su antigüedad brindando el servicio de comedores sin que revista importancia alguna el comportamiento de la empresa en su anterior desempeño. “De esta forma, empresas como Lamerich S.R.L., que en la primera y única semana presencial del ciclo lectivo 2020 intoxicó a más de 100 estudiantes de seis escuelas donde es proveedora de “alimento”, no sufrirán ninguna reducción de puntaje”.(2) El “si te he visto no me acuerdo (de tus chanchullos)” acaba con cualquier intención externa a los amigotes, de mejorar la oferta.
Hoy, a noventa años de aquellas provisiones, una de las ciudades más ricas de América, compite con un modesto “refrigerio” de aspecto poco apetecible, integrado por un “flexible” pebete de paleta y queso y una “barrita” de cereal. Por no hablar de las viandas de pretendido almuerzo donde la carne multiprocesada constituye un milagro divino.
El caballo del comisario
Dicen los investigadores del epígrafe al respecto:
“Son empresas que:
- Durante la pandemia se encargaron de proveer la Canasta Escolar Nutritiva, cobrando sobreprecios al gobierno porteño de hasta el 50%, tal como denunciamos en otros informes desde el Observatorio del Derecho a la Ciudad (ODC) y el Instituto de Pensamiento y Políticas Públicas (IPYPP).
- (…) No tienen la obligación de presentar balances comerciales ante la Inspección General de Justicia (IGJ), como el caso de Lamerich S.R.L., que pese a manejar contratos con el gobierno porteño por 613 millones de pesos sólo en 2020, está inscripta como una Sociedad de Responsabilidad Limitada”.(3)
- En 2015, algunas de ellas (Friends Food S.A., Teylem, Siderum y Arkino) fueron aportantes a la campaña electoral de Cambiemos, al igual que la Cámara de Concesionarios de Servicios de Comedores. Una mano lava la otra y las dos lavan la cara.
En un país en el que hay 18,3 millones de pobres y 4,8 de indigentes parece ser el momento para obligar a dejar especulaciones políticas de lado y elaborar una ley alimentaria que desbarate los negociados y priorice la calidad de este trascendental servicio que integra el aspecto educativo para preservar el normal desarrollo infanto-juvenil quitándolo de las ávidas manos de los medradores del hambre.
Nota basada en la investigación de Jonatan Baldiviezo, María Eva Koutsovitis y Alejandro Volkind, de feb. 20 de 2022 , titulada “Nutrición, ¿lo qué?” “El GCABA sigue propiciando que el servicio de alimentación escolar sólo sea un negocio”. Publicada en https://www.elcohetealaluna.com/
1, 2 y 3, textuales de la investigación citada.