El Papa “cuervo”
Un 13 de marzo de 2013 la “fumata bianca” vaticana anunciaba que teníamos Papa propio. Mario Bellocchio
Recuerdo hace una docena de años, como, repentinamente, ese fervor patriotero que frecuentemente nos ataca en lo deportivo, se había derramado sobre la vida cotidiana. Un 13 de marzo de 2013 la “fumata bianca” vaticana anunciaba que teníamos Papa propio. En ese momento hasta los ateos argentinos proclamaron un “gracias a Dios” y Francisco salió al balcón de San Pedro y derramó su primera bendición “urbi et orbi” donde los boedenses creímos oír un quedo “incluso cuervos” y ya se comenzó a hablar del futuro gasómetro como “Estadio Papa Francisco”, el Papa, que ni siquiera mostraba pudor por sus debilidades futboleras.
Veníamos de Ratzinger el “insomne”, Benedicto XVI , un Papa que renunció semanas antes de a la asunción de Francisco debido a los insolubles problemas que le acarreaba la medicación para su descanso nocturno y –según cuentan– la inflexibilidad conque encaraba su ortodoxia clerical. Y ahora asumía un cura porteño, del barrio de Flores, luego consagrado Obispo de Buenos Aires, ciudad cuyas villas marginales frecuentaba. “Nosotros notamos una continuidad. No vimos una diferencia entre el Bergoglio papa y el Bergoglio que era obispo. Esa sencillez, esa opción por los pobres y sensibilidad por lo social ya la conocíamos”, asegura el ‘padre Toto’ (Lorenzo de Vedia), párroco de la Capilla de la Virgen de Caacupé de la Villa 21-24, ubicada en el Bajo Flores, frente al estadio de su querido San Lorenzo, una pasión futbolera a la que nunca retaceó afecto ni disimuló su beneplácito.
Bergoglio tuvo una destacada participación en el tendido de puentes entre la jerarquía eclesiática y los “curas villeros”, surgidos en 1969 del Movimiento de Sacerdotes del Tercer Mundo. “Siempre dijo que era una iglesia pobre para los pobres”, sostiene Guillermo Torres, el cura que durante 22 años residió en la Villa 31 de Retiro. Y esa posición la transportó al Vaticano y logró el acuerdo con las posiciones más ortodoxas de la jerarquía eclesiástica.
El apoyo que había tenido de parte de Juan Pablo II quien lo tenía en la más alta consideración y lo jerarquizaba con nuevas responsabilidades en la iglesia americana, resultaría decisivo el 13 de marzo de 2013, en el cónclave que lo eligió como Papa y que se celebró tras la renuncia de Benedicto XVI. Ya como máximo prelado vaticano manifestó su voluntad de ser conocido como Francisco en honor al santo de Asís.? Bergoglio se transformó en el primer papa jesuita y el primero proveniente del hemisferio sur. Fue también el primer pontífice originario de América y el primero no europeo desde el sirio Gregorio III, fallecido en 741.
Su pontificado, pleno de concreciones de avanzada, incluyó, entre otras realizaciones, su apoyo a una mayor inclusión de las mujeres en la Iglesia Católica, la defensa de valores de justicia social, el evidente cambio de trato hacia las personas LGBT tema que no logró la atención de los papas anteriores, su apoyo a las acciones científicas para combatir el calentamiento global, destacándose en la defensa a los migrantes y rechazo a las políticas hostiles contra ellos con no poca oposición de la mayoría de los gobiernos europeos y americanos?.
Francisco tiene demasiados logros en vida para intentar agrandar sus méritos tras su deceso. Basta con enumerar unos pocos. Su humildad, su adhesión a la opción preferencial por los pobres incluidos los marginados y sufrientes de distinta extracción y su obstinación de diálogo con personas de diferentes orígenes y credos, son apenas una pequeña muestra de su abanico de gestos pastorales de sencillez.
Tampoco retaceó su esfuerzo ante temas anquilosados en la vieja Iglesia como la reforma de la curia romana en campos tan diversos como la economía y las finanzas, la administración, los tribunales eclesiásticos y el derecho canónico, las comunicaciones sociales, la sanidad, el laicado y la familia.
Agota la sola enumeración de los temas que abordó con determinación como –señalan en fuentes vaticanas– la transparencia en las finanzas, el necesario equilibrio entre la misión evangelizadora y la actividad económica de la Iglesia, la simplificación de la burocracia, la nulidad matrimonial, la lucha contra la pedofilia y los abusos –como nunca se había llevado a cabo en los cerrados claustros– y la protección de menores y migrantes.
Más allá de los intereses a que responda, la revista Time, de dilatada trayectoria periodística, lo consideró una de las cien personas más influyentes del mundo contemporáneo, incluyéndolo en el grupo de los “líderes”, y meses más tarde lo nombró la “persona del año” 2013, a menos de un año de su mandato. Su fotografía fue portada de la revista Rolling Stone internacional en dicho año.
Falleció el lunes 21 de abril de 2025 a las 7:35 hora local de Ciudad del Vaticano.
Cuesta creer que el sujeto que ejerce la presidencia de la Nación haya tratado al Papa Francisco de “comunista” y que “el Papa es el representante del maligno en la Tierra, ocupando el trono de la casa de Dios”. Aunque, realmente, después de escuchar las barbaridades que verbaliza y, mucho más que eso, las que lleva a cabo, queda muy poco o ningún lugar para el asombro.
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