El impeachment sigue su curso. La democracia en peligro en Brasil
La Cámara de Diputados de Brasil aprobó la continuidad del proceso de impeachment. Los discursos mostraron el carácter reaccionario de este golpe.
Con mayor margen que el proyectado por los grandes diarios brasileros, la Cámara de Diputados aprobó la continuidad del proceso de impeachment. Centenares de diputados, dueños de enormes privilegios y denunciados por corrupción y otros crímenes, secuestraron la voluntad de millones de electores para imponer un rumbo reaccionario a un país que ya viene abatido por los ajustes de Dilma.
El paso hacia el golpe institucional que dieron los diputados, y que alzará al poder a la corrupta y reaccionaria dupla Temer y Cunha con apoyo de la Federación de Industrias del Estado de San Pablo (Fiesp) y de la corporación mediática Rede Globo, aun deberá pasar por la votación con mayoría simple en el Senado. Se espera que sea aprobada allí según las proyecciones de los medios. La operación Lava-Jato, que investiga los esquemas de corrupción en Petrobras, atendiendo a intereses imperialistas y atacando derechos democráticos elementales, sentó las bases de esta ofensiva golpista del poder parlamentario apoyado por el poder judicial.
Pocos votos favorables al impeachment se pronunciaron sobre el tema de la denuncia, la llamada “bicicleta fiscal”, en sí misma cuestionable como motivo para el impeachment. Ponen de manifiesto su carácter golpista, pero no solo eso, muestran el contenido completamente reaccionario de los fundamentos de voto. Los votos por la salida de Dilma fueron un desfile de argumentos reaccionarios que se hicieron en nombre de la Policía Militar, de las Fuerzas Armadas, de los ruralistas que persiguen a los indígenas, de la iglesia, la familia patriarcal e incluso de la dictadura militar y el torturador General Brilhante Ulstra.
Por su parte, la CUT, la CTB, la UNE y demás direcciones petistas del movimiento de masas impidieron que los sindicatos luchasen contra los ajustes y la impunidad de “su gobierno”, haciendo solo críticas formales a los aspectos más derechistas del mismo, porque su verdadero plan era preparar la campaña para el regreso de Lula en 2018. Una verdadera traición que el movimiento obrero brasilero tendrá que pagar en el próximo período. Al dejar aisladas, y libradas a su propia suerte las luchas de resistencia que surgieron, como la actual de Rio de Janeiro, construyeron la derrota de hoy. En medio de esta crisis nacional, las manifestaciones pacíficas convocadas por las centrales sindicales ligadas al gobierno fueron incapaces de oponer cualquier resistencia a la ofensiva de la derecha que fortalecieron. La CUT se negó a impulsar un plan de lucha con huelgas, paros y los métodos de lucha de clases, decidido en asambleas de base, único camino que puede de hecho frenar la ofensiva golpista, lo que presuponía una ruptura con su subordinación a Lula y Dilma. Prefirieron que triunfe la derecha, como ocurrió hoy, en lugar de plantear la cuestión en la base de dominio de esta casta burocrática. Estos burócratas sindicales temen mucho más la espontaneidad de su base sindical que los patrones y la derecha.
La izquierda que no se pronunció contra el impeachment -o más aun, que llamó a la abstención diciendo que era lo mismo un resultado que otro, como hizo el PSTU- pudo ver hoy a quienes estuvieron aplaudiendo todos estos meses. No solo la Fiesp, sino la política de los evangélicos y del agronegocio, que están entre los grandes ganadores de la noche. La aprobación de este paso hacia el impeachment es el avance de una ofensiva bonapartista de derecha sobre el país.
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