El discurso de “Wado*”
Wado y una postulación incomprensible. Mario Bellocchio
(*): “El discurso del rey” es una película británica de 2010 dirigida por Tom Hooper cuyo protagonista, Colin Firth, en el papel del rey Jorge VI, lucha contra su tartamudez. La película se basa en el histórico caso del rey Jorge VI quien gobernó al Reino Unido desde el 11 de diciembre de 1936 hasta su muerte en 1952.
¿Se puede instalar un candidato a partir de la forja que supone las duras circunstancias infanto-juveniles que le tocó superar?
¿Quién de los que deciden en las urnas puede verle “uñas de guitarrero” al honesto pibe que padeció la dictadura como pocos?
¿Qué antecedentes acumula Wado para timonear este barco llamado la Argentina en las tormentas que se avecinan para el próximo Gobierno?
¿Será acaso que ante la actual experiencia de la lapicera del Alberto, se quiere optar por alguien más “manejable”?
Sí, bueno…, que “La Cámpora” quiera tener su representante en el sillón no deja de ser una aspiración legítima, hasta que nos encontremos en el cuarto oscuro con la foto de un desconocido –para los fines políticos de la oferta– que no da el piné(1) para usar la lapicera sin vacilaciones.
Y conste que las decepciones a las que nos llevaron señores que sí contaban con antecedentes que no la usaron o no la supieron usar en los momentos debidos son una pueril excusa para intentar la postulación inexperta.
Soy plenamente consciente de que estas divagaciones pueden llegar a tener 48 horas de vida y que pueden interpretarse como virtual apoyatura a alguna propuesta diversa ya en oferta. Ante esta perspectiva quiero señalar enfáticamente que mi ponencia es exclusivamente crítica de la postulación –casi como una desesperada búsqueda de honestidad de la propuesta política– de Wado de Pedro.
De Manzur ni abro mi boca ya que sí oferta experiencia, aunque ignoro cómo podrá imponerse dada la actual parálisis del cargo similar de Cristina ante el tozudo de la lapicera, a menos que “convenga” tener un conductor más influenciable a la hora de dar golpes de timón.
¿Puede esta postulación transformarse en un suicidio político?
(1) No dar la talla para llevar a cabo alguna tarea