Día de los Santos Inocentes
El Limbo. Si ya hubieran inventado la artillería, Herodes la aprovecharía para matar las moscas a cañonazos. Por Tomás Martínez
El caso es que todos los años, a tres días del final, nos da por continuar una costumbre medieval que convertía la fecha marcada para recordar a los supuestos degollados por Herodes, los Santos Inocentes, en la fiesta de las bromas y excentricidades de todos los calibres. Fue, con razón, “la fiesta de los locos”, por la permisividad y ausencia de culpa en las inocentadas de los graciosos de turno, orgullosos de la simplicidad de su engaño.
Urdir burla y trampa del Inocente, el ignorante, distraído o desinformado es, en los tiempos que corren, el pan nuestro de cada día. Los sofisticados métodos para tenernos más que confundidos, atacan con perseverancia. La eficacia de los mentirosos alcanza la excelencia, es digna de admiración.
Tengo que confesar que con demasiada frecuencia me despierto sobresaltado pensando en los engaños, por tierra, mar y aire que sufrí el día anterior. Los pocos que alcancé a descubrir. Es peligroso asomarse al exterior.
El 28 de diciembre celebramos, sin saberlo, el Día de la Ingenuidad Universal. Para mayor gloria de los que siempre nos tienen en el Limbo.