Deshacerse de los viejos
Covid19: la depuración etaria que pidió el FMI no requiere campos de exterminio; basta con un virus. Mario Bellocchio
La versión conspirativa de los sucesos es muy atractiva tanto para ser difundida como para crearla. El escándalo que supone es un bien preciado tanto del manejo político-ideológico como del sensacionalismo periodístico. “El hombre nunca alunizó”, “lo de las Torres Gemelas fue un autoatentado” o, en su momento, “Gardel no ha muerto y vive desfigurado, aislado en los bosques de Colombia”.
Hace poco tiempo, rastreando el escenario original de la frase de Christine Lagarde
“Los ancianos viven demasiado y eso es un riesgo para la economía global”, en la que en algunas versiones se completa el párrafo con “Tenemos que hacer algo, ¡y ya!”, nos encontramos con que no hay una versión grabada ni filmada que la avale, solo un confuso testimonio.
“Varios resultados llevan a un artículo en alemán de 2019 que, a su vez, cita como fuente el texto de un blog en rumano, también de ese año. Ese blog menciona como fuente un artículo de una página desaparecida, Alertas.eu, cuyo texto en castellano está copiado de un artículo del diario español El País, con fecha del 11 de abril de 2012. El artículo original se titula ‘El FMI pide bajar pensiones por el riesgo de que la gente viva más de lo esperado’, pero en ningún momento menciona la supuesta frase de Lagarde” (1).
Parece ser que el “guionista” se excedió en sus funciones aunque, dadas las revelaciones de la intención del organismo internacional, no hizo otra cosa que traducir la línea de pensamiento del FMI a través de su representante de entonces: la Sra. Lagarde.
En aquel tiempo –2012– el FMI pateó el tablero con un sincericidio –que roza el magnicidio por la velada propuesta– solicitando bajar pensiones por “el riesgo de que la gente viva más de lo esperado” y planteando que “la edad de jubilación se ajuste con la esperanza de vida sus economistas sugieren el recorte de las prestaciones y el aumento de las cotizaciones proponiendo que las aseguradoras privadas cubran el ‘riesgo de longevidad'”. Ante tales intenciones ¿Qué tendría de raro que Lagarde haya dicho lo que parece que no dijo?
¿Cuántas versiones conspirativas ha escuchado sobre la aparición –¿creación?– del COVID-19? Un par de ellas, las más difundidas aseguran que Trump se lo enchufó a Xi Jinping para detener su escalada de crecimiento, mientras que la contraria invierte el operativo asegurando que Xi Jinping se lo mandó a Trump conociendo lo devastador que sería producto de su irracionalidad a la hora de la sanidad.
Lo oficial, mientras tanto, es que el Coronavirus aparece en Wuhan, China. El agente causal de la COVID-19 es el virus (SARS-CoV-2). Que a seis meses de su descubrimiento, el mundo reporta más de 7.534.000 contagios y 421.856 muertes, según el recuento independiente de la Universidad Johns Hopkins.
Entre tanto, otras 3.555.492 personas han logrado vencer la enfermedad.
Las estadísticas revelan que los ancianos, a raíz de la progresiva disminución de su defensas, son los elegidos de la pandemia a la hora de marcar sus víctimas. Sin embargo, el país de origen, China, y el primero en albergar caóticamente a la enfermedad, Italia, tienen estadísticas bastante disímiles en cuanto a la mortalidad de adultos mayores, quizá producto de sus diferentes modos de vida y, seguramente, de sus sustancialmente distintos cuidados sanitarios. Las estadísticas de China indican que el 20% de los fallecidos tenía más de 80 años, mientras que en Italia, esa cifra se dispara hasta más del 56%.
Siendo un adulto mayor ubicado claramente en el riesgoso “sector de riesgo”, me asiste, ante tanta teoría conspirativa aplicada para cualquier cosa, la facultad de esbozar una imaginaria demostración dados los elementos de tesis e hipótesis ofrecidos para este teorema.
Tengo derecho a suponer que en algún momento no demasiado mediato iba a aparecer algo conspirativo contra los viejos que superara la imaginación de Bioy Casares y disminuyera la dotación mundial de jovatos por “el riesgo de que la gente viva más de lo esperado” y el FMI tuviera que pedir –como pidió– “bajar las pensiones”. Una mutación virósica introducida subrepticiamente en un mercado de Wuhan reviste las características ideales de depuración etaria de la “raza”.
Una “depuración” a la que el diabólico Hitler tuvo que acudir a sus campos de exterminio para el holocausto. Acá bastó acercarse a un murciélago de un ignoto mercado de Wuhan con una blindada cajita en el bolsillo derecho, portadora de la mutación de un viejo Coronavirus y… ¡A rodar por el mundo..!
El Bajo Fondo Monetario Internacional de parabienes. Abrieron la Caja de Pandora fuera de casa y ya llevamos casi 450.000 muertos con una abrumadora proporción de ancianos. La depuración etaria ha llegado por medios “naturales”.
Parece que no va a ser necesario apelar a los campos de exterminio económico reduciendo las pensiones.
Y como teoría conspirativa que es “se non è vero, è ben trovato”.
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