Central-Boca
Inseguridad:
El equipo de Rosario Central fue víctima de un atraco en el interior del estadio Mario Kempes ubicado en la periferia de la ciudad de Córdoba.
Por Mario Bellocchio
Si hubiera conducción honesta del referato, el árbitro Diego Ceballos y el asistente Marcelo Aumente deberían ser seriamente juzgados por dolo. Nadie que sepa el ABC del fútbol puede creer en una equivocación ante errores tan groseros y determinantes en momentos políticos en que un triunfo de “boquita” era ¡tan necesario!
Ceballos no es nuevo en esto de inclinar partidos. En septiembre del año pasado recibió la reprobación del entrenador de Olimpo, Walter Perazzo, quien lo acusó de alentar a los jugadores de Boca. “El árbitro Ceballos alentaba a los jugadores de Boca” –manifestó, agregando a continuación: “En los centros decía que venía el gol de Boca, me contaron los jugadores”. (“Cancha llena”: 08.09.2014).
Pocas veces se pudo observar en el fútbol argentino tan manifiesta parcialidad de la terna arbitral como en el partido en que anoche Boca se ¿coronó? Campeón de la Copa Argentina a través de dos goles logrados en sendas jugadas viciadas de nulidad. El primero por un supuesto penal, cobrado por infracción cometida –como palmariamente lo demostró la repetición– un metro fuera del área. Y el segundo en clara posición adelantada de Chávez cuando Central se había volcado plenamente al empate. Todo esto sucedía luego de que Ceballos anulara un gol legítimo de Ruben de cabeza por un supuesto offside pasivo de Larrondo, en los últimos minutos del primer tiempo. Las tres jugadas sucedieron a metros del asistente Marcelo Aumente –partícipe necesario del hurto– quien prestamente señaló el inexistente offside de Larrondo, mientras que guardó el banderín para una ocasión más propicia cuando “no advirtió” la evidente posición adelantada de Chávez y cuando, a metros de su posición y “un metro fuera del área”, fauleaban a Gino Peruzzi y Ceballos marcaba penal.
Si se hubiera incorporado la tecnología hoy Boca no sería campeón de la Copa Argentina. Pero, claro…, ¿Cómo se podrían llevar a cabo los chanchullos grondonianos si la verdad tecnológica no favoreciera lo que Don Vito y sus herederos necesitaran imponer?
¡Salud Rosario Centra! Y que este despojo sirva –aunque más no sea– para que algo funcione mejor dentro de la cueva de la calle Viamonte.