Arterrotos
La brutal intervención policial del domingo en la calle Defensa. Por Mario Bellocchio
La calle Defensa los días domingo es un tradicional paseo popular –sobre todo si el tiempo favorece, como ayer– donde el turismo vernáculo y el extranjero conviven codo a codo –literal– en el espacio transitable que se transforma en multitudinario en horas pico. Una mesa en un bar suele ser una utopía inalcanzable y un espacio para ubicar la manta artesanal, motivo de disputas varias. A ello se agregan los tradicionales desencuentros con los anticuarios de la zona con negocio establecido que aborrecen a los vendedores callejeros.
Una artesana de nombre Mariana relató a nuestros colegas de La Tribu sus penurias que al igual que las de sus compañeros de lucha se han agravado desde diciembre pasado cuando, so pretexto de renovación de adoquines, los comenzaron a perseguir. Cuenta Mariana que desde entonces “cerca de 400 familias están imposibilitadas de trabajar sobre varias cuadras de la calle Defensa, un lugar donde lxs trabajadorxs desarrollan su actividad desde hace más de 15 años”.
Mariana relata otras precisiones sobre el conflicto: “A partir de un acuerdo firmado por el Gobierno de la Ciudad y El Adoquín, una cooperativa de trabajo que integra la CTEP, se admitió el desalojo de las cuadras que van desde el número 800 al 1000 de la calle Defensa (N. de la R.: entre Chile y Carlos Calvo, la zona más apetecida), y se ordenó la reubicación de esxs trabajadorxs en la cuadra de Defensa al 700 (Entre Chile y México), lugar en el que ya existe otra feria que trabaja de forma activa y a la cual tendrían que desplazar en el caso de querer instalarse allí”.
Ayer domingo, en hora pico, –según denuncian los artesanos– un anticuario decidió provocar la intervención policial rompiendo su propio vidrio –argumentan que los vidrios cayeron sobre la vereda, fueron rotos desde adentro–, “cayó la policía y comenzó una feroz represión”. “Nos acorralaron como perros, nos pegaron y llevaron a compañeros detenidos y a gente que estaba caminando.”
“Tenemos a un compañero al que le pegaron en la cabeza, una compañera tiene el brazo magullado y otra a la que vieron filmando empezaron a golpearla. La violencia la provocaron ellos”. “Fue una barbaridad, agarraban a cualquiera que corría. Tuvieron una actitud de cacería”, aseguró. “Vinieron a la carga con todo, nos hicieron sacar la olla popular, secuestraron mercadería y nos rompieron los caballetes”. “Una compañera mía filmó cómo tiraron al piso a unos turistas y los gasearon”. “Dos mujeres policías empezaron a empujarme”. “Les dije que no tenían derecho de tocarme, pero no me hicieron caso”. “Nadie labró un acta, simplemente se llevaron a los compañeros”.
Martín Hogberg, uno de los abogados que patrocinan a “Artesanxs Unidxs”, aseguró que recién cerca de las ocho de la noche los encontraron en la comisaría ubicada en Avenida Huergo y Garay. “Pudimos hablar con algunos de los detenidos y están lesionados. Hay una chica que está muy golpeada”. El letrado informó que los detenidos iban a ser trasladados a la comisaría 4 bis, a la ex 43 y a la 8. “Vamos a luchar para que sean liberados esta misma noche”, prometió.
No está lejos el día en que Patricia Bullrich –como máxima responsable– tenga que rendir cuentas de qué se les instruye a los policías en la escuela de la avenida Patricios al 1100. La brutalidad, la saña y la inconsciencia de daño de estos esbirros oficiales supera todos los parámetros endilgables a las llamadas “fuerzas del orden”. ¿De qué orden estamos hablando? Es imposible ordenar en el caos que provocan, sobre todo con su indiscriminación. ¿O el presunto orden público alterado se reestablece a gases y palos desparramados al boleo?
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