Algo huele a podrido en la cocina de Martiniano…
Por Pablo Bellocchio |
Tras las renuncias del secretario de Seguridad y el de Gobierno, el gabinete de Martiniano Molina está hirviendo. En los próximos días podría haber más salidas.
El ex cocinero asumió la complicada intendencia de Quilmes entre sonrisas y con promesas de cambio. Su figura era una de las tan mentadas “nuevas caras” de la política. Su victoria fue celebrada al grito de “Si, se puede”. Pero, la verdad de la milanesa no tardó en llegar.
A los pocos días de ganar las elecciones, Martiniano Molina decia: “Quilmes se podría gestionar con cuatro mil empleados y tiene ocho mil. No queremos ñoquis”. Lo que traducido al criollo no era otra cosa que un anuncio de despido para muchos trabajadores estatales. Ni mas ni menos que achicar el estado. De nueva política esto no tenía nada. Una receta vieja y conocida.
Ya habiendo asumido, hizo efectivo su anuncio y cesanteó a mil trabajadores con la excusa de recortar el gasto público. las autoridades de la intendencia fueron denunciadas por los empleados de Promoción y Protección de los Derechos de la Infancia y Adolescencia de la Secretaría de Desarrollo Social de Quilmes.
“Las autoridades de la actual gestión de gobierno no han podido dar cuenta de un proceso evaluativo propio que sostenga la decisión de la no renovación de los contratos”, indicaron los municipales en un comunicado de prensa, donde aseguraron que no hubo evaluación laboral de los trabajadores y que “los despidos se deben a una decisión política”.
Pero si se trataba de recortar el gasto, algo estaba oliendo a podrido, porque apenas unos días después, el Intendente incrementó su salario en un 30%. Es decir que pasó a cobrar ni mas ni menos que la suculenta cifra de 112 mil pesos, más un 50 por ciento adicional de “gastos de representación”. ¿Aumento y recorte? Vamos, Martiniano… Al pan, pan y al vino, vino.
A estos incidentes, le siguieron varios desmanejos con su propio gabinete, que le empezó a cobrar factura. Su secretario de Gobierno, el radical Fernando Perez, le había hecho pagar un duro costo cuando militantes de Libres del Sur denunciaron que no había renunciado a su banca de diputado provincial para asumir en el Gabinete.
El chef lo respaldó pero un mes más tarde le aceptó su renuncia, al parecer porque no aceptó darle al radical los espacios de poder que pretendía.
A la salida de Perez se suma ahora la renuncia de su secretario de Seguridad, Federico Peña, y una larga lista de posibles renuncias que no son un buen augurio para Martiniano. Hay varios altos funcionarios en la cuerda floja. Es que buena parte de las áreas municipales están intervenidas por el peronismo, y el desgobierno durante estos 50 días de gestión fue total.
La secretaria de Desarrollo Social, Maru Sotolano, dejaría también el cargo en los próximos días, con un mal arranque de gestión que muchos aseguran le queda grande. “En el distrito hay decenas de asentamientos y el área no responde”, criticó una fuente de la municipalidad.
Sotolano es de Jorge Macri, no entró ni siquiera como concejal y ubicó a tres subsecretarios que no conocen el territorio, justo en el área sensible en la que les toca trabajar. El organigrama del área, de hecho, lo armó el peronismo, la gente de planta que no lograron correr.
La secretaria de Salud, Elizabeth Barbis, responde a Aníbal Fernández, y en su caso dejó a toda la estructura peronista trabajando. Se le atribuye un pésimo manejo de la comunicación en el tema de la inundación y la llegada de camalotes con víboras, además de los casos con dengue. Quilmes fue el distrito más apuntado por esta cuestión, cuando la situación era igual en toda la región. Creen que hay intencionalidad en su desmanejo.
A todo esto, el jefe de gabinete, Ariel López (que fue secretario de cultura de Berazategui y hasta hace muy poco militaba con Daniel Scioli), no ha mostrado ningún tipo de conducción. Otro de los puestos ocupados por el justicialismo local es el del Secretario Privado, Guillermo Galetto, que responde al ex intendente Sergio “Chino” Villordo.
El área de Servicios Públicos es otro resorte con serios inconvenientes. Darío Iezzi, también de Berazategui, tiene problemas con Oscar García, el responsable de la recolección de residuos que el Barba Gutiérrez municipalizó. Podrían quedar vacante estas funciones.
El secretario de Legal y Técnica, Guillermo Sánchez Sterli, viene del gobierno de la Ciudad, es amigo personal de Martiniano, pero también desconoce gran parte de la política y la complejidad quilmeña. Todavía no tiene oficializado el organigrama municipal, con lo cual hay decenas de líneas de gobierno y un caos total.
En resumen, la mesa está servida para Martiniano, que no puede recomponer su gabinete después de la salida del radical Perez. El diputado era el responsable de dar respuestas a todos los frentes, pero “no le dieron el juego suficiente hacia adentro”, se quejó el radical al salir. Lo que queda en duda es qué hará el Secretario de Cultura, Ariel Domene, que es de Pérez. El horno no está para bollos, pero nunca se sabe.
Con todo, en el PRO acusan a Martiniano de “ingratitud” política. Primeras líneas del gabinete nacional lo apoyaron durante toda la campaña y cuando el intendente asumió, apagó el teléfono. Ahora creen que la crisis en Quilmes los dejará pegados y rascando el fondo de la olla.
Pareciera que para los quilmeños, lamentablemente, no queda otra que Ajo y agua.