“Agua para su molino”
Para los que pensaron que la ruina llegaba sólo por las subas tarifarias de luz y gas, la monopólica AySA –su porteña canilla no tiene más remedio que usar sus servicios– produjo descomunales aumentos en el agua aun más descontrolados y disparatados que los de la luz y el gas, si eso fuera posible.
Con la administración macrista llegó el “cambio”. Hasta en algo inalterable como los refranes. El conocido “agua que no has de beber…” resulta con una reflexiva nueva culminación “mantenla encerrada”. Y ante la pérdida de una canilla ahora se dice que “la gota de agua horada…, tu presupuesto”.
El Gobierno porteño había anunciado que la suba promedio del servicio de agua y cloacas en la ciudad de Buenos Aires y el Conurbano sería de alrededor del 216 por ciento, pero finalmente ese cálculo se elevó al 297 %. La relación y la aplicación de nuevos parámetros terminó perjudicando a los hogares más humildes.
Y, como siempre, los testimonios boleta en mano produjeron ejemplos que desbordaron tanto lo predicho que para arribar al promedio enunciado debería existir un número abundante de usuarios donde prácticamente los incrementos resultaran mínimos.
Javier Lewkowicz, en Página 12, realizó un escueto pero revelador chequeo aleatorio de casos como el de “la calle Diego de Olavarrieta al 1400 –donde– la factura de agua bimestral pasó de 142 a 653 pesos, una suba del 360 por ciento; mientras que en Onésimo Leguizamón al 7000, de 80 a 335 pesos, el equivalente al 319 por ciento. En el barrio de Belgrano, en la calle Luis María Campos al 700, la boleta aumentó de 165 a 699 pesos, un 323 por ciento, y en Pilar al 700, de 79 a 335 pesos, un 324 por ciento. En Zapiola al 1200, en Colegiales, la boleta subió de 118 a 501 pesos, un 324 por ciento. En la calle Quintana al 2000, en Lomas del Mirador, el incremento fue de 61 a 289 pesos, un alza del 373 por ciento. Son algunos ejemplos de clientes residenciales que recibieron las facturas la semana pasada. También hay casos que superan largamente el ajuste máximo: un centro de jubilados de Liniers pasó de 145 a 1424 pesos (882 por ciento) y una vivienda en el barrio, de 134 a 824 pesos (515)”.
Días atrás en Boedo (http://www.periodicodesdeboedo.com.ar/protesta-en-boedo/) Darío Przylucki que tiene un comercio de productos de granja en San Juan al 4100 nos revelaba que el costo de Aysa se le fue de 140 pesos a alrededor de 1000 (714 %) por igual período de servicios.
Según las entidades de consumidores, el alza del precio afectó más en aquellos hogares con menores ingresos al modificarse la fórmula de cálculo de la tarifa.
El cargo fijo, que se determinaba a través de una fórmula que tenía en cuenta la zona de la vivienda, los metros cubiertos, la calidad de la edificación y la antigüedad del inmueble, ahora utiliza nuevos parámetros que terminan perjudicando a los sectores menos favorecidos por las políticas económicas.
Si como manifiesta AySA el propósito es que más usuarios tengan agua corriente y cloacas qué sentido tienen las modificaciones de zonificación por las que una vivienda de La Matanza que pagaba por el mismo metraje 3,5 veces menos que en Puerto Madero, pase ahora, dados los nuevos parámetros, a una relación que oscila entre 1,10 y 1,35. Parecen cuentas hechas por Hood Robin.
Por otra parte, las entidades de consumidores advierten que no hay suficiente difusión sobre el acceso a la tarifa social que, en teoría, podría beneficiar a 700 mil usuarios pero que, por ahora, sólo registra 30 mil inscriptos. ¿Será que, como se afirma desde entidades sociales, lograr la tarifa social resulta más complicado que el ingreso a Fort Knox? El escaso número de incorporaciones parece corroborar el aserto.
Mientras tanto desde el Gobierno de la Ciudad explican que: “El Programa Tarifa Social es un beneficio destinado a los hogares y a las instituciones sin fines de lucro cuyas dificultades económicas le impidan afrontar el pago de los servicios de agua y cloacas y sobre el que se puede obtener mayor información en” http://www.eras.gov.ar/tarifa-sociales/
Según adelantaron fuentes de AySA, una resolución de la Subsecretaría de Recursos Hídricos cambiará radicalmente la forma de abonar la factura de agua corriente: los clientes no residenciales pagarán por metros cúbicos consumidos y no por superficie.
El “plan medido” que se aplicará en la ciudad de Buenos Aires y en el Conurbano está enfocado hacia las empresas, comercios y clubes de barrio. Esto permitirá asociar la facturación con el nivel de consumo y no con la cantidad de metros cuadrados. Medida que aparece como razonable y que celebrarán, sobre todo, los clubes barriales, a los que la tarifa por dimensiones los afecta seriamente ya que, en su mayoría, tienen grandes superficies con escaso consumo con relación a sus tamaños. Muchas empresas que también se vieron afectadas por este tipo de cálculo tras la suba de tarifas compartirán la bienvenida a la modificación. Además la medición seguramente incentivará el uso racional del agua.
En la actualidad, AySA factura por superficie en aquellos domicilios donde no hay medidor. Martín Heinrich, gerente general de AySA, aseguró que sólo un tercio de los 300.000 usuarios no residenciales hoy tienen medidor. “Es un objetivo que cumpliremos entre los 18 y 24 meses. Si no sumamos los medidores que faltan en un máximo de dos años, no facturaremos el consumo”, aclaró. En cuanto a los usuarios residenciales, si el cliente lo solicita, también podrá ser ingresado en este plan de medición por consumo durante el bimestre, donde no exista ningún impedimento técnico. En ambos casos, el costo del medidor y la instalación estará a cargo de AySA.
Con respecto al consumo medido es interesante conocer algunas cifras:
Una descarga de inodoro se calcula que utiliza 16 litros de agua. Un lavado de auto unos 360 litros. Una ducha de 10 minutos, 100 litros. Un ciclo de lavarropas, 100 litros. Un lavado de platos, 100 litros.
En cuanto al consumo por las pérdidas hogareñas más comunes:
Por deficiencias del flotante del tanque de agua hogareño se pueden perder 2400 litros diarios de agua. Y del tanque del inodoro, la mitad, unos 1200 litros diarios. En cuanto a una canilla que solo gotea porque el cuerito no da para más, en un día, derrama 46 litros de agua.
Claro que todo esto cobra interés cuando te lo cobra AySA vía el consumo medido residencial según el siguiente tarifario vigente: por agua y cloacas x 1000 litros (un metro cúbico) 0,7945 con IVA incluido. Y cuando es sólo por agua potable x 1000 litros, 0,3972 con IVA incluido. Mientras que el consumo libre inicial, antes de empezar con el medidor residencial, es de 10.000 litros mensuales.
Quizás una desilusión (¿?) para los que pensaron que la ruina llegaba sólo por las subas tarifarias de luz y gas. La monopólica AySA –su porteña canilla no tiene más remedio que usar sus servicios– produjo descomunales aumentos aun más descontrolados y disparatados que los de la luz y el gas, si eso fuera posible.
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