Afanando fusibles
EDITORIAL DE JUNIO (La nueva modalidad que te deja a oscuras)
Dice Edesur:
“Nuestro equipo técnico verificó un fuerte incremento en el hurto de componentes de ‘buzones eléctricos’ durante el último mes. Se registraron al menos 100 casos principalmente en Ciudad de Buenos Aires, Avellaneda, Lanús, Banfield y centro de Lomas de Zamora. Los buzones son equipos de baja tensión que se ubican en la vía pública. Están dotados de fusibles y sirven para distribuir la energía eléctrica en los domicilios y proteger las instalaciones. El hurto de partes-componentes, que son revendidas en el mercado ilegal, pone en riesgo la estabilidad de la red, deteriora la calidad del servicio y produce cortes a casas y edificios.”
Y recomienda:
“Si observás a personas manipulando instalaciones y no son de la empresa, te pedimos que des aviso inmediato al 911. Para denunciar el caso, también podés llamarnos al 0800-333-3787 o escribirnos a nuestras cuentas de Twitter y Facebok.”
Detrás de un acertado informe de la realidad se escamotean, cuando menos, un par de calamidades contemporáneas.
En la frontera Parque Chacabuco-Pompeya, Senillosa paga el peaje de cruzar Cobo y se convierte en Drumond. Ahí, en su vereda Oeste, a metros de Cobo, Edesur ha colocado una de sus endebles casamatas denominadas pomposamente “buzón eléctrico”. Cualquier porteño con canas asimila el nombre a aquellos poderosos artefactos rojos de fundición que albergaban –altri tempi– la correspondencia a la espera del camión recolector de correos y telecomunicaciones, capaces de aguantar la embestida de un tranvía sin soltar prenda. Pero no. Estos buzones contemporáneos que protegen –sólo de la intemperie– a vitales equipos de distribución eléctrica son, según informan sus fabricantes, de “poliéster reforzado con fibra de vidrio”, con una fragilidad para la apertura clandestina que pasma. Ni barretas hacen falta, un destornillador basta para que muchachos amigos de lo ajeno hagan su rápido negocito a plena luz del día y salgan a cambiarlos por dinero fresco en un mercado ilegal que prospera fuera de todo control.
No es la primera vez que Edesur repone, lo que se vuelve a hurtar en días, sin reforzar el cierre del “buzón” que, por el forcejeo, queda pasmado y con la boca abierta esperando el renovado choreo que deja sin luz a medio barrio y con el adicional peligro de las instalaciones eléctricas expuestas a un accidente fatal.
El jueves 16 de mayo, a eso de los 8 de la mañana, se cortó la luz, en un renovado forcep de buzón. A eso de las 4 de la tarde Edesur repuso los fusibles que a las 4 de la mañana del viernes 17 fueron nuevamente extraídos por manos anónimas… Los tipos que en esta redacción somos laboralmente electro-dependientes quedamos en pelotas y sin fuente de laburo.
Como si poco fuera con los cortes no programados de la empresa proveedora, aparece esta “novedad” cuyo único aspecto positivo es que, por unas horas mientras dura la des-provisión forzada de electricidad, uno deja de pagar las nuevas confiscatorias tarifas impuestas por la motosierra.
Además, lo que más jode, es proveerle a esta pandilla de audaces agrupados en Edesur, un argumento nuevo para descargar responsabilidades de su pésimo servicio pudiendo asegurar que este tipo de delincuencia “pone en riesgo la estabilidad de la red y deteriora la calidad del servicio” como si esta nueva modalidad delincuencial fuera la causante de la comprobada falta de mantenimiento de las redes y su secuencia de letales cortes no programados o el incendio de febrero de la subestación Caballito.
Claro que la momentánea –y esperemos que duradera– seguridad la tuvimos que proveer los vecinos, a nuestro costo y herrero mediante, rodeando el frágil “buzón” con sunchos y candado, para tratar de complicársela un poco a los muchachos.
Mientras tanto no fue menor que, presenciando el arreglo de la cuadrilla de Edesur y ante el comentario de uno de los operarios sobre que la Policía no puede retener en las comisarías a este tipo de delincuentes, un observador –no reconocible como vecino– comentara que “lo que hace falta son más cárceles, con la cantidad de edificios públicos vacíos que hay” y agregara su opinión sobre “lo mal que le ha hecho a este país el populismo”.
Basta para mí! –dijo el cronista antes de ceder al impulso de la puteada, y regresó a su casa deseoso de disfrutar el regreso de luz para poder redactar esta nota.