Entrevista a Beatriz Sarlo

(“Código político”, TN – Eduardo van der Kooy – Julio Blank )

• Los funcionarios deberían callarse un poquito a sólo un mes de gobierno. No elaborar teorías generales sobre que es muy bueno que los ministros vengan de la actividad privada y en una puerta giratoria pasen al Estado y después en otra puerta giratoria vuelvan a la actividad privada…
• El amateurismo en que toda persona que es gerente de alguna empresa puede llegar a ser ministro me parece que no lo admitiríamos en un club de fútbol.
• La cuestión del intento de nombramiento, entre gallos y medianoche, fuera del método establecido en 2003 por Kirchner, de dos miembros de la Corte Suprema, no lo olvidaría, primero, por lo que implica como violación constitucional…
• En política no existe el agradecimiento. En política lo que existe es establecer quien hizo posible las cosas para responder a esa posibilidad que se le abrió al político. La política es una serie de contratos: algunos explícitos y otros implícitos.
• Es como en el truco: se habla mucho pero nadie dice si tiene 24 o 32 para el envido. Me parece que lo que sucedió hasta ahora es más parecido al truco que a un diálogo político.
• Sólo en la época de la dictadura vi en la Argentina una grieta que yo no hubiera cruzado. Yo no me hubiera sentado con alguien que tuviera contemplaciones con la dictadura.
• El peronismo siempre me interesó culturalmente, en el sentido de fenómeno cultural político. El macrismo me interesa menos en ese sentido.
• –Macri le resulta aburrido? –Mortal… Y uso un adjetivo muy “macri”.

 

(…) Los funcionarios deberían callarse un poquito a sólo un mes de gobierno. No elaborar teorías generales sobre que es muy bueno que los ministros vengan de la actividad privada y en una puerta giratoria pasen al Estado y después en otra puerta giratoria vuelvan a la actividad privada… En ninguno de los países que admiran los funcionarios que dicen eso, sucede esto.  La carrera, no es sólo carrera pública, como dice Michetti, en el nivel de la plebe, es decir de los empleados, de los burócratas del Estado. También hay una carrera estatal y política en los países cuya política nosotros admiramos. Es decir: tomen ustedes la lista de los ministros franceses. Son todos graduados de lo que se llama Escuela Nacional de Administración, Escuela Nacional de Puentes y Caminos (Ingeniería) o Escuela Nacional Superior o Normal, que es la escuela de ciencias políticas. No es que estuvieron un ratito en la Esso y pasaron al Estado Francés. Se cansaron del Estado Francés y fueron otro ratito a Petrobrás. No es así.

No pasa en Inglaterra. El gran clamor en Gran Bretaña, es que todos los funcionarios, casi todos, hasta Blair, provienen de Oxford y Cambridge. Blair proviene de la Universidad de Edimburgo, que es igualmente prestigiosa. Es decir: tratemos de decir cosas sensatas, vivimos en el mundo. Supongo que Malcorra les podría dar unas lecciones de qué pasa con los ministros en otros lugares del mundo.

En general, los países estables tienen unos partidos políticos estables que permiten que se hagan carreras políticas, que no es nuestro caso, y la alta formación de los funcionarios públicos, no solamente los burócratas que están en la ventanilla del Senado o haciendo turnos en los hospitales. Funcionarios en el sentido más alto. Esto habría que señalarlo porque uno se cansa de escuchar ciertas cosas…

(…) …ustedes toman un ministro como Lavagna que fue ministro de Duhalde, y de Kirchner hasta las elecciones de 2007, y es una persona que tiene una formación política,  primero, y luego, una formación específica profesional. Bueno, llegó de Bruselas a ser ministro con una formación específica profesional fuerte.

El amateurismo en que toda persona que es gerente de alguna empresa puede llegar a ser ministro me parece que no lo admitiríamos en un club de fútbol.

Otro rasgo (de este gobierno) que no pasaría por alto y no me olvidaría a la velocidad con que solemos olvidar, y es muy bueno que la vice presidenta lo haya recordado, es la cuestión del intento de nombramiento, entre gallos y medianoche, fuera del método establecido en 2003 por Kirchner, de dos miembros de la Corte Suprema. No lo olvidaría, primero, por lo que implica como violación constitucional…, todos los constitucionalistas, salvo uno que creo que escribió una nota en La Nación, todos los que habitualmente ustedes y yo respetamos estuvieron en contra. Pero no haría hincapié en eso porque yo no soy constitucionalista y me guío por las opiniones de los que saben, justamente porque reivindico los saberes.

Pero señalo una cuestión extrañísima que sucedió: Macri se reunió con todos los opositores cuatro días antes y les tomó el pelo: no les avisó nada. Hablamos de que conversamos todo el tiempo, dialogamos todo el tiempo y nos miramos a los ojos todas las mañanas. Y una medida  que causó escándalo y que Macri consideraba fundamental, no se la comunicó a nadie. Sanz se tuvo que tomar un avión y venir desde Mendoza para decirle: ¡pará la mano! Y luego alinear al radicalismo para que no hubiera más ruido del que iba a haber, excepto, bueno, el actual presidente del partido Radical que se alineó rápidamente con el macrismo como si ésa fuera su función en la vida…

Pero Sanz tuvo que tomarse un avión a la mañana siguiente. No lo sabían sus aliados, si es que Macri tiene una noción de lo que es un aliado político… ¿Tiene Macri una noción de lo que es un partido que le dio una extensión territorial de la cual el carecía cuando empezó su campaña presidencial? No digo que tenga que ser una persona agradecida, en política no existe el agradecimiento. En política lo que existe es establecer quien hizo posible las cosas para responder a esa posibilidad que se le abrió al político. La política es una serie de contratos: algunos explícitos y otros implícitos. Entonces, se tragó al radicalismo y los tuvo a los opositores sentados, no sé si fue en su despacho presidencial o algún otro lugar de los que suele visitar, los tuvo a los opositores ahí sin decirles una palabra: les tomó el pelo.

Los opositores reaccionaron con mucha prudencia. Condenaron el nombramiento, condenaron el mecanismo pero no dijeron “éste nos está tomando el pelo, nos tuvo acá hace cuatro días”. Ahí tendríamos que ver cómo son las reglas de un diálogo político. Las reglas no son que la gente se siente a conversar. No alcanza para denominar diálogo político que los políticos se sienten a conversar sino que las cuestiones fundamentales sean objeto de ese diálogo, porque si no es como en el truco: se habla mucho pero nadie dice si tiene 24 o 32 para el envido. Me parece que lo que sucedió hasta ahora es más parecido al truco que a un diálogo político.

Yo siempre tomé con pinzas la idea de la grieta. Porque la grieta es la que separa a “gente como uno”, para decirlo con una frase que se usaba mucho en una revista cómica de hace muchos años, una frase de Landrú. Yo soy socia de un club de capas medias donde a la grieta no la vi nunca. La grieta la veía cuando alguien cantaba mal un pique en una cancha de tenis.

Nosotros, todos, vivimos en un ámbito político que lee la prensa en papel o en la Web, interviene en tweeter…, hay un millón de personas que…, uno empieza a sumar los facebooks políticos, los tweeters políticos, las notas en los diarios… ahí sí que uno podría decir que había una fractura política, no más dramática que la que hubo en el primer peronismo del 45 al 55, donde, en mi casa, la familia no comió reunida hasta la caída de Perón, porque había peronistas y antiperonistas, pero no más dramática que eso; después se reunían y se acababa la grieta.

Entonces yo no estoy muy segura de que esa grieta esté abajo. Entre los desempleados o los futuros desempleados de Cresta Roja, a los que no le pagan el sueldo en Cresta Roja, habrá gente que votó a Scioli y habrá gente que votó a Macri. Porque hay mucha gente abajo, como ustedes bien saben, que votó a Macri… ¿Están separados por  una grieta?

Yo nunca suscribí exactamente la teoría de la grieta, porque me parecía que era hacer de nuestra propia vivencia de la política una vivencia universal.

Yo creo que nuestra propia vivencia está más o menos igual. Uno tiene que hablar de sus propias experiencias no de gente que no conoce… Yo, precisamente, nunca viví la grieta: he tenido buenas relaciones con el kirchnerismo…, hice de eso un punto: yo era antikirchnerista, escribía cuatro veces por mes artículos muy críticos, pero hice de eso un punto. Tenía buenas relaciones con los periodistas de Página 12, tenía buenas relaciones con la gente del movimiento Evita, me sentaba a tomar un café, vale decir me parecía que era parte de la vida política.

Sólo en la época de la dictadura vi en la Argentina una grieta que yo no hubiera cruzado. Yo no me hubiera sentado con alguien que tuviera contemplaciones con la dictadura.

Si hablo de mí, desde mi lugar, yo tuve relaciones normales con los intelectuales o políticos que conozco.

Con respecto a este gobierno, en principio, conozco a todos los funcionarios de cultura. De algunos de ellos soy muy amiga desde hace muchísimos años como es el caso de Avelluto (…)

El peronismo siempre me interesó culturalmente, en el sentido de fenómeno cultural político. El macrismo me interesa menos en ese sentido. Pero si mañana se demuestra que es usina de nuevas elucubraciones políticas, tocaré los timbres que sean necesarios para conocer a las personas que sea necesario conocer.

–Julio Blank: No la veo a usted pensando que el macrismo pueda generar una cultura social y política distinta en la Argentina.

–Mire en España usted puede votar al PP (Partido Popular). Ahora, que le guste el PP, ya es un esfuerzo. Digo que le guste el tipo de conversación política… Mientras que sale un tipo como Pedro Sánchez, de 42 años, en el Partido Socialista y uno ve un movimiento con el cual, esté uno a favor o en contra de que a Sánchez le salgan bien las cosas en el Partido Socialista español, uno ve una cosa interesante… No hay nada más aburrido que Rajoy: escucharlo a Rajoy en el Parlamento es mortal

–Julio Blank: Macri le resulta aburrido?

–Mortal… Y uso un adjetivo muy “macri”.

 

 

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