A 100 años de la Revolución Rusa
Por Mario Bellocchio
“Independientemente de lo que se piense sobre el bolchevismo, es innegable que la revolución rusa es uno de los grandes acontecimientos de la historia de la humanidad, y la llegada de los bolcheviques al poder, un hecho de importancia mundial”.( John Reed, 1919)
Se conoce como Revolución rusa (Rússkaya revolyútsiya) al grupo de acontecimientos que comenzaron con el derrocamiento del régimen zarista y culminaron con la instauración de un gobierno bolchevique (comunista), el Sovnarkom (Consejo –Soviet– de Comisarios del Pueblo).
En febrero de 1917 (marzo para Rusia que tenía vigente el calendario juliano) el Zar se vio obligado a abdicar y ser sustituido, al comienzo, por un Gobierno provisional que realizó una amplia labor de reforma política, pero no logró resolver los problemas más importantes para el azotado pueblo ruso: el fin de la guerra, la reforma agraria, los cambios en las condiciones de los obreros urbanos y las aspiraciones de las minorías. En octubre, el Gobierno provisional fue eliminado y reemplazado por un Gobierno bolchevique (comunista), el Sovnarkom.
Con la caída del Zar se produce un período de dualidad en el poder: el nuevo Gobierno provisional ruso asume la autoridad del Estado, mientras que la red nacional de sóviets –consejos obreros–, liderados por los socialistas, tiene la lealtad de las clases bajas y la izquierda política. Un período caótico donde prevalecen los motines, las protestas y las huelgas. Cuando el Gobierno provisional decide continuar la guerra con Alemania, los bolcheviques y otras facciones socialistas comienzan una campaña para detener el conflicto interponiendo milicias obreras convertidas en la Guardia Roja –más tarde, el Ejército Rojo–.
“¡Todo el poder a los soviets!”
Preguntaba y explicaba Vladímir Ilich Uliánov (Lenin) en 19191: “¿Qué es el poder soviético? ¿En qué consiste la esencia de este nuevo poder, que no quieren o no pueden comprender aún en la mayoría de los países?”. “Por primera vez en el mundo, el poder del Estado ha sido organizado en Rusia de manera que únicamente los obreros y los campesinos trabajadores, excluidos los explotadores, constituyen los soviets, organizaciones de masas a las que se transfiere todo el poder público. Ésa es la causa de que, por más que calumnien a Rusia los representantes de la burguesía de todos los países, la palabra ‘soviet’ no sólo se ha hecho comprensible en todo el mundo, sino popular, entrañable para los obreros, para todos los trabajadores.”
El asalto al Palacio de Invierno:
El 25 de octubre de 1917, mientras se celebra el II Congreso de los soviets, La Guardia Roja bolchevique toma, sin resistencia, el control de los puentes, de las estaciones, del banco central y de la central postal y telefónica mientras las tropas del Smolny2 entran por los sótanos al Palacio de Invierno en Petrogrado (Hoy museo Hermitage, San Petersburgo.) y dan un ultimátum que produce la rendición del Batallón Femenino3 y la dispersión de los Junkers4, únicas tropas activas en defensa del Gobierno provisional ante la neutralidad de los cosacos, abriendo las puertas para el asalto al Palacio, donde son tomadas todas sus dependencias y detenidos los ministros.
En total, hubo cinco muertos y varios heridos. Durante el levantamiento, los tranvías continuaron circulando, los teatros con sus representaciones y las tiendas abrieron con normalidad. El clímax de uno de los acontecimientos más importantes del siglo XX no había alterado las actividades de su escenario.
En el Comité de los Soviets toma Lenin la palabra para anunciar a todos que “la revolución obrera y campesina de cuya necesidad hablaron los bolcheviques ha sido consumada”. Para señalar a continuación que en Rusia “debemos dedicarnos a la edificación de un estado proletario socialista”.
Así, el 25 de octubre (7 de noviembre según el calendario juliano), Antonov Ovseienko5 declara destituido el Gobierno Provisional, asumiendo el mando el gobierno del pueblo que comienza a dictar nuevas medidas. Se promulga el Decreto sobre la Tierra –“las grandes propiedades territoriales quedaron abolidas inmediatamente, y sin indemnización alguna”– que otorga a los sóviets de campesinos la libertad de socializar la tierra o repartirla entre los campesinos pobres legalizando una realidad ya existente durante el verano de 1917. Y se nombra un nuevo Gobierno, denominado Consejo de Comisarios del Pueblo o Sovnarkom que aplica otras medidas, como
- la abolición de la pena de muerte –ante la reticencia de Lenin–
- la nacionalización de los bancos,
- el control obrero sobre la producción,
- la creación de una milicia obrera,
- la soberanía e igualdad de todos los pueblos de Rusia,
- su derecho de autodeterminación, incluida la separación política y el establecimiento de un Estado nacional independiente,
- la supresión de cualquier privilegio de carácter nacional o religioso
y el resto de las reformas, hasta un total de treinta y tres, que el Gobierno Provisional había sido incapaz de realizar en ocho meses de mandato.
De toda aquella epopeya, la jornada más determinante fue, sin duda, la desarrollada durante el trascurso del 25 de octubre de 1917 (para nuestro calendario): la toma del Palacio de Invierno que determinó la asunción al poder de los Soviets. Jornada central del relato histórico de Sergei Eisenstein6 “Octubre” de 1927, el film mudo que inmortalizó a la revolución ya asumida con el calendario gregoriano. Y otra obra maestra –esta literaria– el relato de John Reed7, Diez días que estremecieron al mundo, escrita casi al pie del cañón, ya que fue publicado en 1919, un año antes de su deceso, víctima de fiebre tifoidea.
Fragmentos de ese relato del que su autor fue protagonista directo revelan los detalles de aquellas tensas jornadas de hace un siglo:
“Aún está de moda, después de un año de existencia del régimen soviético, hablar de la revolución bolchevique como de una ‘aventura’. Pues bien, si es necesario hablar de aventura, ésta fue una de las más maravillosas en que se ha empeñado la humanidad, la que abrió a las masas laboriosas el terreno de la historia e hizo depender todo, en adelante, de sus vastas y naturales aspiraciones. Pero añadamos que, antes de noviembre, estaba preparado el aparato mediante el cual podrían ser distribuidas a los campesinos las tierras de los grandes terratenientes; que estaban constituidos también los Comités de fábrica y los sindicatos, que habrían de realizar el control obrero de la industria, y que cada ciudad y cada aldea, cada distrito, cada provincia, tenía sus Soviets de Diputados obreros, soldados y campesinos, dispuestos a asegurar la administración local”.
“Independientemente de lo que se piense sobre el bolchevismo, es innegable que la revolución rusa es uno de los grandes acontecimientos de la historia de la humanidad, y la llegada de los bolcheviques al poder, un hecho de importancia mundial. Así como los historiadores se interesan por reconstruir, en sus menores detalles, la historia de la Comuna de París, del mismo modo desearán conocer lo que sucedió en Petrogrado en noviembre de 1917, el estado de espíritu del pueblo, la fisonomía de sus jefes, sus palabras, sus actos. Pensando en ellos, he escrito yo este libro”.
El batallón femenino8
“Inmediatamente después de la toma del Palacio de Invierno, se publicaron en la prensa antibolchevique y se comunicaron a la Duma municipal toda clase de relatos sensacionales (N.de la R.: Hoy diríamos “sensacionalistas”) a propósito del batallón femenino, que formaba parte de la defensa del Palacio. Se dijo que varias de las jóvenes soldados habían sido arrojadas a la calle por las ventanas, que la mayor parte habían sido violadas y que muchas se suicidaron para poner fin a los horrores que se las obligó a padecer.
La Duma nombró una comisión investigadora que se dirigió a Levachovo, cuartel general del batallón femenino, de donde regresó el 16 de noviembre.
La señora Tyrkova informó que las jóvenes habían sido conducidas, primeramente, a los cuarteles del regimiento de Pablo, donde algunas de ellas se habían visto bastante maltratadas; en la actualidad se encontraban casi todas en el campamento de Levachovo; algunas vivían en la ciudad, en casa de algunos particulares. El doctor Mandelbaum, también miembro de la comisión, hizo una breve declaración certificando que ninguna de las mujeres había sido arrojada por las ventanas del Palacio de Invierno, que ninguna estaba herida, que tres habían sido violadas y que sólo una se había suicidado, dejando una nota en la que decía haber sufrido una “desilusión en sus ideales”.
El 21 de noviembre, el batallón femenino fue disuelto oficialmente por el Comité Militar Revolucionario, a petición de las propias mujeres, que desde aquel día volvieron a vestir sus ropas civiles. El libro de Louise Bryant, Seis meses rojos en Rusia, contiene una interesante descripción de la vida de estas nuevas amazonas”.
………….
Reed define su obra: “Este libro es un trozo de historia, de historia tal como yo la he visto. Sólo pretende ser un relato detallado de la Revolución de Octubre, es decir, de aquellas jornadas en que los bolcheviques, a la cabeza de los obreros y soldados de Rusia, se apoderaron del poder del Estado y lo pusieron en manos de los Soviets. Se refiere, sobre todo, a Petrogrado, que fue el centro, el corazón mismo de la insurrección”.
“Durante la lucha, mis simpatías no eran neutrales. Pero, al trazar la historia de estas grandes jornadas, he procurado estudiar los acontecimientos como un cronista concienzudo, que se esfuerza por reflejar la verdad”. J. R. (Nueva York, 1º de enero de 1919.)
(1). Discurso de Lenin grabado en 1919 en disco fonográfico.
(2). El llamado Smolny es un edificio de estilo paladiano que fue construido entre 1806 y 1808 para alojar al Instituto para Doncellas Nobles, John Reed lo describe, durante las jornadas de octubre, “como una colmena gigante” y como “una dínamo sobrecargada”: “El Soviet de Petrogrado se reunía ininterrumpidamente en Smolny, el centro de la tormenta, con los delegados cayendo dormidos al suelo y levantándose para reincorporarse al debate”.
(3). Véase la descripción de Reed.
(4). Las Academias Junker preparaban a militares de bajo rango para el grado de oficial. En esta oportunidad la mayoría terminaron pasándose a los soviets y a los bolcheviques.
(5). Vladimir Antonov Ovseienko (1883-1939) Político soviético que en 1917 dirigió la toma del Palacio de Invierno de Petrogrado (hoy San Petersburgo).
(6). Serguéi Mijáilovich Eizenshtéin (1898-1948), más conocido como Serguéi Eisenstein, fue un director de cine y teatro soviético de origen judío (“Octubre”, 1928). Su innovadora técnica de montaje sirvió de inspiración para el cine posterior.
(7). John Silas Reed (1887-1920) fue un periodista, poeta, corresponsal y activista comunista estadounidense, célebre por su testimonio de la Revolución Rusa: Diez días que estremecieron el mundo. Escrito en 1918 y 1919. Editado e impreso en 1919 por Boni & Liveright, Inc. para International Publishers, editorial del Partido Comunista de los EEUU, del cual Reed era miembro.
(8). Las peripecias del batallón femenino en la defensa del Palacio de Invierno fueron usadas a destajo por los detractores de la Revolución para ridiculizar a sus protagonistas. John Reed dedica este párrafo en Diez días que estremecieron el mundo para proporcionar información fidedigna.
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