Pedazos de infancia (o infancia de a pedazos)
La pieza “Por eso las curitas” indaga en la infancia real de su propia protagonista
Muchos definirían la obra de Trigo como un biodrama. Las reglas justifican definirla así: se trata, después de todo, de una historia verídica que le aconteció a su autora y es ella quien asume la tarea de narrarla, domingo a domingo, en el teatro El Brío.
Pero el término “biodrama” siempre se me hizo un poco zonzo. ¿No nacen todos los cuentos acaso de algún lugar real, crudo e íntimo de nuestra propia historia? ¿Todos los dramas no tienen aunque sea unas gotas de “bio”? ¿Escribir no es quizá un intento desesperado por reconocer nuestra propia huella? ¿Reencontrarnos con algún lugar olvidado de nosotros mismos?
Ese camino, el del reencuentro con sus propios rincones, es el que traza magistralmente Trigo como autora y como interprete.
La interpretación de Macarena Trigo es milimétrica y precisa. En algunos momentos utilizando la distancia necesaria para que el peso mismo de la historia sea el que gane terreno y el relato no nos arrolle; en otros tantos, con la dulzura y acidez características de toda la obra.
Acompañan al cuento una proyección audiovisual de Sol Soto y Dalmiro Zantleifer, que desde su concepción estética nos traslada en el tiempo ayudando a embarcarnos aún más en el viaje, y una puesta espacial de Sol Soto que es efectiva desde su sencillez para sumarle a la historia sin generar distracciones efectistas.
La pieza es, en su totalidad, un recorrido hermoso que deconstruye con verdad y fragilidad los cimientos de su autora, pero a su vez –y esa es la magia del teatro– nos conecta por su narración sincera y voraz, con nuestro propio origen. Al fin y al cabo, tanto ella como nosotros vivimos sanando esas heridas… y Por eso las curitas.
(P.B.)
“Por eso las curitas”, se presenta todos los domingos de mayo y los domingos 4, 18 y 25 de junio en el teatro El Brío. ( Av. Álvarez Thomas 1582, Tel.: 4551-6213)
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